Devocionales

VENCIENDO el Poder Maligno de La Envidia

Envidiar es aborrecer el bienestar, la prosperidad y los logros de los demás, es alegrarse cuando a otro le va mal o sufrir cuando a otro le va mejor.

Santiago 3:16 «Pues donde hay envidias y rivalidades, allí hay confusión y toda clase de mal».

La envidia es la distorsión de la apreciación o admiración. Generalmente la raíz de la envidia es baja estima, el envidioso cree que vale poco, se percibe a si mismo como inferior, no se gusta, no esta satisfecho con su vida o con su cuerpo o con sus logros, el sentirse un fracasado es también un motivo que genera envidia.

Es decir la envidia en un punto es orgullosa y egoísta porque la persona pretende ser única, quiere gloriarse menospreciando a los demás. La envidia pretende destruir a los demás.

Generalmente cuando una persona critica esta envidiando. Cada vez que alguien tiene éxito el envidioso lo interpreta como su propio fracaso.

Aunque el envidioso sufre por dentro y se carcome logra algo de alivio temporal al hacer sentir mal a los demás, cree que «aunque sea» el otro se sienta mal y no disfrute lo que tiene. Satanás envidio a Dios y a su creación y también nos envidia a los hijos de Dios, así que cuando alguien envidia esta lleno de una raíz terrenal y diabólica. Si vemos que alguien logra algo bueno debemos admirarlo, alegrarnos y tomar su ejemplo, para que nosotros alcancemos todas nuestras metas también.

Tres puntos para superar la envidia:

Punto 1: CONOCER MI POTENCIAL Debes estar tranquilo con tu propia capacidad, Dios repartió dones y talentos para todos, sean diferentes o no, pero cada uno puede resaltar en aquello para lo que nació, hay algo que te gusta hacer y eres bueno, en eso tienes que enfocarte. Recuerda esta frase: «Cada estrella tiene su propio brillo».

Punto 2: APRENDER A APRECIAR, Cada vez que veas a alguien ganar, llegar a la meta, ser bendecido, recuerda que debes imitar su dedicación, su esfuerzo y festejar el favor de Dios en él. Nunca jamás pienses que el otro no merece algo, porque cada uno cosecha lo que sembró. Cuando veas el logro de otro, ¡alégrate! porque es una señal de que podrás cumplir todas tus metas también. Nadie te va a quitar nada, nadie puede robarte el resultado de tu trabajo y tus sueños, son únicos, no te compares con nadie, compararse es ser falto de sabiduría.

Punto 3: NO OBSESIONARSE, EXPANDIRSE: La envidia produce obsesión, hace que la persona este concentrada en los demás en todo lo que haga o no haga, pero esa energía la tienes que cambiar de lugar y concentrarla en tu expansión, en tu crecimiento y en tus metas y sueños. Enfócate en crecer tú mismo y no en obsesionarte en los demás. Canaliza la fuerza que tienes en cosas productivas, en pensar como puedes mejorar, en estudiar, perfeccionarte, en buscar a Dios, en ser cada día mejor.

Dios tiene mucho para darte, tu esencia no tiene límites de expansión y crecimiento, tu propósito se trata de estar bien, libre, bendecido y eso, impartirlo y compartirlo con los demás.

Tu destino y tus bendiciones tienen tu nombre ¡No hay nada que envidiar! Adelante, ¡conquista tus metas sin dudar!

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