Devocionales

La victoria sobre la soledad

Leer | Salmo 25.15-22

Sé lo que es el dolor de la soledad. Fui el único hijo de una madre viuda que tenía que trabajar muchas horas para que pudiéramos vivir. También mi vida adulta se ha caracterizado por períodos de aislamiento emocional. Pero Dios nunca me ha dejado solo en medio de tales sentimientos.

El Señor desea que todas las personas se sientan conectadas a Él, y unas con otras. De hecho, podemos ser consolados rápidamente cuando respondemos de manera sabia a la soledad.

El primer paso es establecer una relación personal con Cristo. No es suficiente con creer que existe. El Señor nos creo con la necesitad de compañerismo; por eso es que relacionarnos con Él nos da sensación de unidad.

Segundo, tenemos que reconocer el hecho de que nos sentimos solos. Algunos cristianos creen incorrectamente que no deben ser susceptibles a los sentimientos humanos normales. Pero la Biblia no dice que no sufriremos de aislamiento emocional. No solamente hombres como David y Pablo, sino incluso el mismo Señor, supieron lo que era el dolor de sentirse abandonados (Sal 25.16; 2 Ti 4.16; Mt 26.40; 27.46).

Por último, debemos tener amigos fieles a Cristo, hermanos que reirán, llorarán y se identificaran con nosotros. Pero, sobre todo, necesitamos amigos que nos encaminen siempre a Dios y que oren por nosotros.

No podemos negar los sentimientos de soledad, ni podemos huir de ellos. Una persona que busca maneras de escapar de tales sentimientos solo aumenta la brecha entre el Señor y ella. Solo hay una manera de cerrar la brecha y vencer la soledad, y es acercándonos al Señor.

Cuando nos sintamos solos

Leer | Hebreos 13.1-5

Dios nos creó para tener compañerismo con Él y de unos con otros. Él no desea que vivamos solos. Es por eso que su Palabra contiene promesas de su presencia constante, así como instrucciones para evitar la soledad entre miembros de la iglesia.

El Señor hizo hincapié en su presencia incesante, porque Él conoce nuestra necesidad de seguridad, especialmente cuando nos sentimos abandonados o aislados. Esta reconfortante promesa fue hecha a Josué, a los israelitas, y a los discípulos que estaban a punto de presenciar la ascensión de Jesús (Jos 1.5; Mt 28.20). Algunos santos de la Biblia recogieron el tema en sus escritos, también. David buscaba a menudo la consolación de Dios (Sal 25.16). Y Pablo predicó que nada podía compararse con tener a Cristo (Fil 3.8). Dios quiere que cada creyente confíe en que Él está absolutamente cerca.

La iglesia está concebida para satisfacer nuestra necesidad de conectarnos con otras personas. Un cuerpo espiritual funciona de manera parecida a un cuerpo humano ­—sus partes son independientes, pero a la vez independientes, y cada una necesita de las demás para poder funcionar bien. Necesitamos el apoyo de nuestros hermanos en Cristo. Sabiendo esto, Pablo amonestó a los creyentes a aceptarse unos a otros (Ro 15.7), a sobrellevar las cargas de los otros (Gá 6.2), y a no juzgar (Ro 14.13).

La soledad puede paralizar a una persona emocional y espiritualmente. Los seres humanos no fuimos creados para andar por este mundo solos. Estamos hechos para las relaciones, las cuales Dios facilita gozosamente. Y para que no olvidemos que el Señor está cerca, Él ha dado en la Biblia esta afirmación constante: te amo y estoy contigo para siempre. Pastor Charles Stanley

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