Gruesas cadenas te querrán detener, puertas de bronce intentarán bloquearte, temores amenazantes tratarán de intimidarte, pero tu clamor será oído, y el Señor hará añicos las cadenas, romperá en mil pedazos las puertas cerradas y hará maravillas en tu favor.
Salmo 107:13-16 “En su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción. Los sacó de las sombras tenebrosas y rompió en pedazos sus cadenas. ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! ¡Él hace añicos las puertas de bronce y rompe en mil pedazos las barras de hierro!”. Cuando atravieses momentos decisivos, angustias, o te sientas sin salida, clamar al Señor es la vía de escape. Hay gruesas cadenas que solo Dios puede romper, aflicciones que parecen imposibles de superar, puertas que parecen cerradas con cerrojos de acero, bendiciones que no llegan y obstáculos que nos mantienen angustiados, pero clamar al Señor es elevar un grito desde nuestro corazón, es hablar desde lo más profundo de nuestro ser con fuerzas e insistencia, clamar en tu momento difícil, hace añicos las cadenas de angustia y rompe en mil pedazos las barreras de opresión que te mantenían sin salida. Dios es nuestro Padre y no puede dejar de responder cuando sus hijos claman por ayuda. Su favor vendrá sobre ti para librarte.
Hagamos esta oración:
“Señor clamo a ti para que me libres de todas mis angustias, haz añicos las puertas de bronce, rompe en mil pedazos las cadenas y las barras de hierro. Declaro que el enemigo quedará vencido y tus maravillas estarán a mi favor, está hecho en el nombre de Jesús. Amén”