Por Mario Serrano
“Y le rogaban que les dejase tocar solamente el borde de su manto; y todos los que lo tocaron, quedaron sanos”. Mateo 14.36
Tocar a Jesús representa extender nuestras manos hacia Él, buscando ayuda para nuestra necesidad. Puedes extender tus manos hacia muchas personas o cosas tratando de recibir respuesta a tu problema. Los que se apoyan en Jesús nunca serán avergonzados. Dice el pasaje de hoy que quienes lo tocaron, recibieron su milagro. Que maravilloso es saber que Jesús es el mismo ayer hoy y por los siglos de los siglos. Él vive, ha resucitado, no ha cambiado ni cambiará jamás, puedes acudir con plena confianza sabiendo que él está ahí, para ti.
¿Cuál es tu necesidad? ¿Problemas familiares, rebeldía con los hijos, infidelidad en el matrimonio?
¿Tienes problemas económicos? ¿Te sientes angustiado? Es probable que algún familiar esté enfermo o tu cuerpo necesite sanidad. Quizás los malos hábitos o el vivir desenfrenado te hacen sentir vacío. ¿Has perdido el deseo de vivir?
No importa para el Señor cuál es tu necesidad o el origen de tus problemas, para Él nada es imposible. Lo que realmente cuenta es tu determinación de procurar tocarle y acercarte con fe para así recibir tu milagro.
Créelo, los milagros son para ti hoy. Dios desea bendecirte, sanar tu cuerpo y también tu economía, restaurar tu familia, su deseo para ti es de bien y de paz. Acércate a Jesús, recibe lo que él tiene para ti, tus cosas serán puestas en equilibrio y comenzaras una nueva vida.
Oremos así:
«Querido Padre celestial tú me conoces y sabes cuán grande es mi necesidad, ya había perdido las esperanzas, pero hoy elevo mi mirada hacia ti, creyendo que al tocarte por medio de la fe, tu divino poder fluye hacia mí. Rompe estas cadenas de opresión. Siento tu liberación y te alabo por ello en el nombre de Jesús. Amén».