Apocalipsis y profecía

Nadie de Corazón Impuro Podrá Ingresar al Reino de Dios

Ser limpios o puros de corazón tiene un valor supremo ante Dios; tanto que nadie de corazón impuro o que ama al mundo más que al Señor podrá ingresar a su reino.

Audio:

La biblia nos dice: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. Mateo 5:8

“En verdad, ¡cuán bueno es Dios con Israel, con los puros de corazón!” Salmos 73:1

Uno se puede confundir pensando que no tiene un corazón puro porque nos surgen malos deseos, pero el problema no son los malos deseos, sino lo que haremos con ellos, los podemos hacer morir por el poder del Espíritu Santo o podemos darles cabida deliberadamente.

Tener el corazón puro es en otras palabras permanecer en limpieza. Nuestros corazones por naturaleza están inclinados a cosas corruptas, Jeremías dijo: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jr.17:9 Nadie puede decir que nace con el corazón santificado, pero al escuchar la palabra de Dios y obedecer al arrepentimiento recibimos la capacidad de limpiar nuestro corazón. Ser limpios es comenzar a obedecer lo que dice la palabra de Dios, y si cometemos un pecado no debemos permanecer en el, esta es una forma de limpiarnos.

Supongamos que el pecado es un pozo y la santidad un camino, si caemos en el pozo debemos salir de él y seguir el camino y estar atentos para no volver a caer. Jesús perdono a una mujer que cometió adulterio, pero le dijo: “Vete y no peques más”. A medida que obedecemos la palabra de Dios vamos limpiando el camino. Si ponemos las palabras de Jesús en nuestro corazón para obedecerlo, seremos limpios.

La palabra de Dios es como un agua que limpia en la medida que la busquemos. Hay personas que no quieren obedecer, que prefieren entregarse a los malos deseos del corazón, en cambio cuando queremos santificarnos, el temor de Dios produce en nosotros que rechacemos todo lo impuro para que sea quitado de nuestras vidas y permanezcamos limpios. La clave es rechazar los deseos corruptos y permanecer en obediencia al Espíritu Santo.

Podemos decir que cuando uno tiene un corazón puro se rehúsa a permanecer en la maldad, lucha por deshacerse de toda obra deshonesta.

Tener el corazón limpio no es “ser perfecto” pero puros son aquellos que buscan la perfección, que se esmeran en ser maduros espiritualmente.

Aquellos hijos de Dios que viven por la palabra, de acuerdo a la palabra, son aquellos puros de corazón, dichosos y felices, que serán recompensados en forma temporal y eterna.

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