A Dios le encanta usar a los débiles.
Por Rick Warren
Participamos de su debilidad, pero por el poder de Dios viviremos con Cristo para servirlos a ustedes.
2º Corintios 13:4 (NVI)
“Yo estoy contigo; eso es todo lo que necesitas. Mi poder se muestra mejor en los débiles”.
2º Corintios 12:9 (BAD)
Todos tenemos debilidades. Es más, tú tienes un manojo de defectos e imperfecciones: físicos, emocionales, intelectuales y espirituales. También tienes un sin fin de circunstancias incontrolables que te debilitan, como las limitaciones financieras o relacionales. Lo más importante es qué haces con ellas. Solemos negar nuestras debilidades, las defendemos, las excusamos, las ocultamos y las resentimos. Eso le impide a Dios usarlas de la manera que desea hacerlo.
Dios tiene una perspectiva diferente de tus debilidades. Él dijo:”Mis pensamientos y mis caminos son más altos que los tuyos”, de modo que a menudo actúa en maneras exactamente opuestas a lo que esperamos. Pensamos que Dios sólo quiere usar nuestras fortalezas, pero también quiere usar nuestras debilidades para su gloria.
La Biblia dice: “Dios escogió lo débil… del mundo para avergonzar a los poderosos”. Tus debilidades no son un accidente. Dios deliberadamente las permitió en tu vida con el propósito de demostrar su poder a través de ti.
A Dios nunca le impresionó la fuerza ni la autosuficiencia. De hecho, Él es atraído a los débiles que admitan serlo. Jesús consideró el reconocimiento de nuestras necesidades como un atributo de los ”pobres de espíritu”. Esta actitud es la que Él bendice.
La Biblia está llena de ejemplos de cómo Dios ama y usa a los imperfectos, a las personas ordinarias para hacer cosas extraordinarias a pesar de sus debilidades. Si Dios usara sólo personas perfectas, nada sería hecho, porque ninguno de nosotros es perfecto. Que Dios use a los imperfectos es muy alentador para todos nosotros.
Una debilidad, o “aguijón” como Pablo lo llamó, no es un pecado ni vicio ni un defecto de carácter que puedas cambiar, como la gula o la impaciencia. Una debilidad es cualquier limitación que tengas o heredaste y no tienes poder para cambiarla. Puede ser una limitación física, como la minusvalía, una enfermedad crónica, poca energía o una incapacidad. Puede ser una limitación emocional, como un trauma, un recuerdo injurioso, una personalidad excéntrica o una disposición hereditaria. O puede ser un talento o limitación intelectual.
No todos somos superinteligentes o talentosos.
Cuando piensas en las limitaciones de tu vida, puedes ser tentado a concluir: “Dios nunca podría usarme”. Pero a Dios no lo detienen nuestras limitaciones. De hecho, Él disfruta poner su poder en envases comunes. La Biblia dice: “Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de dios y no de nosotros”. Igual que la artesanía común, somos frágiles, defectuosos y fáciles de quebrar. Pero Dios nos usará si le permitimos trabajar por medio de nuestras debilidades. Para que esto ocurra debemos seguir el modelo de Pablo.
Reconoce tus debilidades. Admite tus imperfecciones. Deja de pretender que tienes todo bajo control y sé honesto contigo mismo. en vez de vivir negando o dando excusas, toma tiempo para identificar tus debilidades personales. Puedes hacer una lista de ellas.
Dos grandes confesiones en el Nuevo Testamento ilustran lo que necesitamos para vivir saludablemente. La primera fue de Pedro, que le dijo a Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. La segunda fue de Pablo, que le dijo a la multitud idólatra: “Sólo somos seres humanos iguales a ustedes”. Si quieres que Dios te use, debes conocer quién es Dios y quién eres tú. Muchos cristianos, sobre todo líderes, olvidan la segunda verdad: ¡Sólo somos humanos! Si necesitas una crisis para reconocerlo, Dios no vacilará en concedértela, porque te ama.
Alégrate con tus debilidades. Pablo dijo: “Por eso, prefiero sentirme orgulloso de mi debilidad, para que el poder de Cristo se muestre en mí. Me alegro de ser débil, de ser insultado y perseguido, y de tener necesidades y dificultades por ser fiel a Cristo. Pues lo que me hace fuerte es reconocer que soy débil”. Al principio esto no tiene sentido; aspiramos a ser libres de nuestras debilidades, ¡pero nos alegramos con ellas! Sin embargo, el contentamiento es una expresión de fe en la bondad de Dios. Eso dice: “Dios, creo que me amas y sabes lo que es mejor para mí”.
Pablo da muchas razones para alegrarnos con nuestras debilidades. Primero, nos hace depender más de Dios. El apóstol, refiriéndose a su propia debilidad que Dios no quiso quitarle, dijo: “Yo estoy feliz plenamente con “mi aguijón”… porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Cuando te sientas débil, Dios te estará recordando que dependes de Él.
Nuestras debilidades también previenen la arrogancia. Mantienen tu humildad. Pablo dijo: “Para evitar que me volviera presumido por estas sublimes revelaciones, una espina me fue clavada en el cuerpo… para que me atormentara”. A menudo Dios nos conecta a una debilidad o una fortaleza mayor para mantener nuestro ego controlado. Una limitación puede actuar como un regulador que nos previene de no ir muy rápido y adelantarnos a Dios.
Cuando Gedeón reclutó un ejército de 32.000 soldados para pelear contra los madianitas, Dios lo redujo a 300 hombres, estableciendo una desigualdad de 450 a 1, ya que fueron a pelear contra 135.000 de las tropas enemigas. Esto pareció una fórmula para el desastre, sin embargo Dios lo hizo para que Israel reconociera que no fue por sus propias fuerzas sino por el poder de Dios que se salvaron.
Nuestras debilidades también nos animan al compañerismo entre los creyentes. Mientras la fuerza cultiva un espíritu independiente (“Yo no necesito de nadie”), nuestras limitaciones muestran cuánto nos necesitamos unos a otros. Cuando tejemos las trenzas débiles de nuestras vidas, una soga muy fuerte se crea. Vance Havner dijo con sarcasmo: “Los cristianos, igual que los copos de nieve, son frágiles; pero cuando se unen pueden parar el tráfico”.
La mayoría de todas nuestras debilidades aumenta nuestra sensibilidad relacional y ministerial. Estamos muy lejos de ser misericordiosos y considerados con las debilidades de otros. Dios quiere que tengas un ministerio parecido al de Cristo en la tierra. Eso quiere decir que otras personas van a encontrar sanidad en tus heridas. Tus grandes mensajes de la vida y tu ministerio más eficaz surgirá de tus heridas más profundas. Las cosas que más te apenan, las que más te avergüenzan, y las que menos quieras compartir, son las herramientas que Dios puede usar con más poder para sanar a otros.
El gran misionero Hudson Taylor declaró: “Todos los gigantes de Dios fueron personas débiles”. La debilidad de Moisés era su temperamento. Le condujo a matar a un egipcio, golpear la roca cuando se suponía que debía hablarle, y a romper las tablas de los Diez Mandamientos. No obstante, Dios transformó a Moisés en “el hombre más humilde de la tierra”.
La debilidad de Gedeón era su baja autoestima y una inseguridad profunda, sin embargo, Dios lo transformó en “un hombre poderoso y de valor”.
La debilidad de Abraham era el temor. No una, sino dos veces, para protegerse, dijo que su esposa era su hermana. No obstante, Dios transformó a Abraham en “el padre de todos los que creen”. Impulsivo, de voluntad débil, Pedro se convirtió en “una roca”, David el adúltero se convirtió en “un hombre conforme a mi corazón (de Dios)”, y Juan, uno de los arrogantes “Hijos del Trueno”, se convirtió en “el apóstol del amor”.
La lista puede seguir y seguir. “Tomaría mucho tiempo recontar las historias de la fe de… Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel, y todos los profetas… sus debilidades se tornaron en fuerzas”. él quiere tomar tu debilidad más grande y transformarla.
Comparte sinceramente tus debilidades. Ministrar empieza con vulnerabilidad. Quítate la máscara y comparte todo lo que guardas, tus luchas, de manera que Dios pueda usarte en servir a otros.
Pablo mostró su vulnerabilidad en todas sus cartas.
Expresó con sinceridad sus fallas: “Cuando quiero hacer lo bueno, no lo hago, y cuando trato de no hacer lo malo, eso hago”.
Sus sentimientos: “Yo te dije todos mis sentimientos”.
Sus frustraciones: “Fuimos realmente agobiados, abrumados, y temimos que nunca podríamos volver a vivir a través de esto”.
Sus temores: “Cuando yo vine a ti, estaba débil, temeroso y estremecido”.
Por supuesto, la vulnerabilidad es un riesgo. Puedes tener miedo a bajar tus defensas y a abrir tu vida a otros. Cuando revelas tus fallas, tus sentimientos, tus frustraciones y tus temores te arriesgas a ser rechazado. Pero los beneficios valen la pena. La vulnerabilidad te ayuda a liberarte emocionalmente, alivia el estrés, desactiva tus temores y es el primer paso para la libertad.
Sabemos que Dios “da gracia al humilde” pero muchos malinterpretan esto. La humildad no es negar tus fuerzas o ponerte por debajo de otros, es ser honestos acerca de tus debilidades. Mientras más sincero seas, más recibirás la gracia de Dios. También recibirás gracia de otros. La vulnerabilidad es una cualidad que apreciamos, somos naturalmente atraídos hacia los humildes. Las pretensiones repelen, no obstante la autenticidad atrae y la vulnerabilidad es el camino hacia la intimidad.
Por eso es que dios quiere usar tus debilidades, no sólo tus fortalezas. Si todo lo que la gente ve son tus fortalezas, se desalientan y piensan: “Bien, qué bueno por él o ella, pero yo nunca podré hacerlo”. Sin embargo, cuando ven a Dios usándote a pesar de tus debilidades, eso los consuela y piensan: “¡Puede ser que Dios me use!” Nuestras fortalezas crean competencias, mientras que nuestras debilidades producen comunión.
En cierto punto de tu vida debes decidir si quieres impresionar a las personas o influenciarlas. A distancia puedes impresionar a la gente, pero debes estar cerca para influir en ellas y, claro, si lo estás, es posible que vean tus defectos. Eso es bueno. La cualidad esencial para el liderazgo no es la perfección, sino la credibilidad. Las personas deberán confiar en ti o no te seguirán. ¿Cómo puedo forjar mi credibilidad? No pretendiendo ser perfecto, pero sí honesto.
Gloríate en tus debilidades. Pablo dijo: “De mi no haré alarde, sino de mis debilidades”. En vez de mostrarte autosuficiente e insuperable, obsérvate a ti mismo como un trofeo de gracia. Cuando Satanás apunte a tu debilidad, acuérdate de Dios y llena tu corazón con alabanza a Jesús, que “entiende cada debilidad nuestra”, y al Espíritu Santo, que “nos ayuda en nuestra debilidad”.
Sin embargo, algunas veces Dios convierte una fortaleza en debilidad para usarnos aún más. Jacob era un manipulador que gastó su vida intrigando para después correr por sus consecuencias. Una noche, mientras luchaba con Dios, dijo: “No voy a dejarte hasta que me bendigas”.
Dios le respondió: “Está bien”, pero entonces le agarró el muslo a Jacob y le dislocó su cadera.
¿Qué significa eso? Dios tocó la fuerza de Jacob (el músculo del muslo es el más fuerte del cuerpo) y lo transformó en debilidad. Desde ese día en adelante, Jacob caminó cojeando de manera que nunca más pudo huir. Eso lo forzó a apoyarse en Dios quisiera o no. Si quieres que dios te bendiga y te use en gran manera, debes querer caminar cojeando el resto de tu vida porque dios usa a las personas débiles.