El Señor te enseñará a dar con sabiduría, a sembrar en las personas y lugares correctos, tu vida dará un vuelco cuando comprendas que tu propósito en este mundo es aportar y servir con lo bueno que tienes a los demás.
El libro de Mateo 6:3 dice: “Pero tú, cuando le des a alguien que pasa necesidad, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha. Entrega tu ayuda en privado, y tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará”.
Nuestro propósito en el mundo tiene que ver con compartir algo que recibimos. Siempre que tengas oportunidad, debes dar de las cosas buenas que has recibido en la vida, sean materiales o no, compartir, debe ser un estilo de vida. Servir a los demás de corazón, es servir a Dios. Pero nadie debe dar para llamar la atención, si te preocupa que otros vean tu generosidad, estás anulando la recompensa que viene de Dios. Porque el Señor ve todo, y sin duda nos recompensará por ello. Una dádiva que necesita ser vista, en verdad, es un acto de arrogancia, y no tiene nada que ver con la generosidad.
Pide a Dios que te guíe a quién puedes ayudar con algo, son tu servicio, con tu tiempo, con tu amor y tus cosas. Evita a los oportunistas y codiciosos, ayuda solo a aquellos que verdaderamente lo necesitan. Si colaboras para que la vida de los demás sea un poco mejor con tus dones y servicio, sin buscar halagos, Dios promete su recompensa por ello.
Hagamos esta oración:
“Señor, ayúdame a servir y sembrar con tu amor y sabiduría en todo tiempo, pon en mi camino las personas que quieras que ayude con lo que puedo dar. Dame un corazón sensible y sabio para cumplir tu propósito en la tierra, te lo pido en el nombre de Jesús. Amén”.
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