Dios ama al mundo de tal manera que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Este versículo nos habla del amor incondicional de Dios hacia la humanidad.

Es un amor que no se basa en nuestras acciones o merecimientos, sino en su propio carácter. Dios no nos ama porque seamos buenos o porque hagamos cosas por Él, nos ama simplemente porque somos sus hijos.

Este amor se manifiesta en Jesucristo, quien vino al mundo para salvarnos del pecado y la muerte. Su sacrificio en la cruz nos da la oportunidad de tener vida eterna y de ser reconciliados con Dios.

Esta mañana, agradece a Dios por su amor y junto a nosotros realiza la siguiente oración: