Permitir que el enojo nos controle y nos lleve a pecar, es un acto de inmadurez espiritual. Hoy el Señor te bendecirá con dominio propio para que puedas mantener la calma en momentos de tensión.
En Efesios 4:25 dice (NTV): “no pequen al dejar que el enojo los controle. No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo”. Y en el versículo 31, agrega: “Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta”.
El enojo, la ira o la furia son de las emociones más cotidianas y destructivas. La biblia nos advierte que mantener el enojo en el corazón, le da lugar al diablo para actuar en nosotros. Las personas que se enojan fácilmente carecen de templanza y dominio propio. Que alquilen tenga una mala actitud con nosotros o que algo injusto nos enoje, no es un pecado, pero al enojarnos debemos recordar que un eso no nos debe llevar al insulto, a la ofensa, ni a palabras destructivas. Podemos hablar o reprender a alguien por su mala acción, pero no hay necesidad de humillarlo, ni destruirlo con nuestras palabras.
Debemos tocar el punto en conflicto y evitar añadir violencia, para no producir problemas mayores. No descontrolarse es la clave para no pecar. Es necesario tener un momento de apaciguar la emoción, pedir ayuda a Dios y pensar claramente. Dejemos las cosas injustas en manos del Señor, y no tomemos venganza con ira ni mano propia.
Oremos de esta forma:
“Dios Padre, te pido que se manifieste en mí, el dominio propio para que el enojo no domine mi vida. Renuncio a la ira, el descontrol, la furia y la violencia física y verbal. Te pido perdón si he lastimado a otros. Declaro que por el Espíritu Santo venceré al enojo en el nombre de Jesús. ¡Amén!. Por Esteban Correa