La lengua es capaz de ser usada por la luz o las tinieblas, para hacer el bien o para dañar. Todo lo que sucede en tu corazón es expuesto en tus palabras. El Señor renovará hoy tu lengua para llenarte de bendición.
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En Proverbios 18:21 dice: “La lengua puede traer vida o muerte; los que hablan mucho cosecharán las consecuencias”.
Cuando alguien decide dar lugar a una emoción negativa como el enojo, la ira, la amargura o la incredulidad, comenzará a dar rienda suelta a todas las ideas que surgen de esa emoción. Conclusiones de catástrofes, ideas trágicas, sensaciones de desesperación, y en el caso de no poder controlar el enojo, su lengua hablará maldición, juicio, condenación y toda clase de palabras odiosas. La lengua crea nuestra atmósfera espiritual, porque desde ella se impregna el clima que vivimos en nuestra vida diaria.
Las palabras hacen relucir lo que sucede en nuestro corazón y eso no solo puede atarnos a nosotros mismos, sino que puede ser un mensaje profético. Nuestro mundo, día a día se va formando por lo que creemos y hablamos. La lengua puede traer vida a tus sueños o muerte, puede traer vida a tu cuerpo o la muerte a tu buena salud o muerte a tu sanidad. Todo lo que digas, es lo que te sucederá y todo lo que juzgues, es en lo que serás juzgado. No confieses las cosas negativas que sientes, hazlas morir y reemplaza lo malo por la palabra de Dios, así tu vida resplandecerá y dará buenos frutos.
Hagamos esta oración:
“Dios Padre, limpia mi lengua de la maldición, y de toda palabra deshonesta, corrompida u odiosa. Perdona los pecados de mi lengua. Pon tu fuego purificador para hablar fe en todo tiempo, te lo pido en el nombre de Jesús. Amén”
