Devocionales

El CONSUELO que sólo el Espíritu Santo Puede Dar

Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo. – Hechos 9:31

Hay veces cuando la vida en este mundo es difícil, molesta y a veces muy dolorosa. Cuando esos tiempos vengan, usted necesitará mucho el consuelo que sólo el Espíritu Santo puede dar. ¿Cómo puede usted recibir ese consuelo? Pues, haciendo exactamente lo que hicieron los creyentes en el libro de los Hechos: andar «en el temor del Señor».

Cuando yo hablo de «el temor del Señor», no estoy diciendo que debe tenerle miedo al Señor. Él es su Padre celestial y usted debe sentirse confiado y sin temor cuando se acerque a Él, como un niño que sabe que sus padres lo aman. Pero también debe hacerlo con todo el respeto y la obediencia que Él merece, de tal manera que si Él le dice que haga algo usted lo hace sin demora, aunque vaya contra sus deseos naturales. Eso es lo que significa andar en el temor del Señor.

Permítame explicarle lo que quiero decir. Una vez, hace varios años, antes de ir a predicar a una de nuestras campañas, recibí una llamada telefónica muy desconcertante. Eran noticias dolorosas sobre una situación en la que uno de mis hijos había sido agraviado. La noticia me destrozó el corazón. Lloré y, en mi naturaleza humana, quería enojarme y pagar con la misma moneda. Pero en lugar de hacer eso, empecé a orar en lenguas. Mientras oraba, sentí en mi espíritu el deseo de regocijarme y a alabar al Señor.

Desde luego, no tenía deseos de alabar sino de patear el piso. Pero por respeto al Señor dejé mis sentimientos a un lado y obedecí. Luego, el Espíritu Santo me guió a leer una profecía. Mientras lo hacía, podía decir que estaba siendo fortalecida. De repente, noté que estaba libre. Por mi obediencia, había abierto el poder consolador del Espíritu Santo.

El enojo y el dolor que me habían inundado unos momentos antes se habían ido y habían sido reemplazados con el amor tierno y la promesa tranquilizadora del Señor.

No importa lo difícil o dolorosa que sea la situación por la cual usted esté pasando, confíe en su Padre y obedezca sus instrucciones. Él pondrá a su alcance ese mismo consuelo sobrenatural e inspirador del Espíritu Santo.

«Dios de su angustia, Dios de su corazón»

Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás.
– Salmo 32:7

En estos tiempos, las dificultades parecen rodearnos por todos lados. Si no es la economía que está mal, es el negocio que fracasa, el matrimonio que anda mal o la salud quebrantada. Sin embargo, Dios ha prometido liberarnos en medio de las dificultades que parecen abrumadoras.

Permítame darle un consejo. Si quiere que Dios sea el Dios de su angustia, deberá dejarle ser también el Dios de su corazón. Dios honra a los que le honran. Si usted está pasando por alguna dificultad, no empiece a patalear y gritar y a rogarle que le libre de eso. Hónrelo y abra su Palabra para hacer lo que Él dice.

El Salmo 34 es un buen lugar para comenzar. Por ejemplo, dice que busque a Dios (versículo 4). Al buscarlo, Él le librará de las cosas que presentan una amenaza para su vida.

Segundo, este Salmo le insta a clamar al Señor. En el versículo 6 dice que Él le librará de TODAS sus angustias.

Después, le dice que tema al Señor. Si no sabe cómo hacerlo, vea los versículos 11-14, ellos le explican cómo hacerlo: Guárdese de hablar maldad y engaño; apártese del mal y haga el bien; busque la paz y sígala.

Recuerde, si quiere que Dios sea el Dios de su angustia, deberá dejarle ser el Dios de su corazón. Cuando lo haga, todo el cielo estará a su favor para librarle, y su triunfo estará garantizado. Salmo 34

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