Pastor John Hagee
Génesis 27:34 “Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo:¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas!
Una vez que una bendición es dicha, no puede ser rota por el hombre. Puede ser parada por Dios por la desobediencia, pero no por un hombre.
Cuando la visión a Isaac le estaba fallando, Jacob se acercó a él con sus brazos cubiertos por la piel de un corderillo, para engañar a su padre y obtener la bendición que debía ir para su hermano mayor Esaú. Jacob convenció a su padre para que le diera la bendición, y luego se fue con ella. Tan pronto como el salió de la tienda Esaú entró y le dijo: “Padre, bendíceme” e Isacc dijo: “…entonces, ¿a quién recién bendije? Esaú se dio cuenta que su hermano había engañado a su padre y rogó por una bendición. Pero Isacc le dijo: “He bendecido a Jacob y él será bendecido” El mensaje es: No puedo anular la bendición. Una vez que fue dada, no puedo retirarla.
Padres, cuando ustedes hablan, ustedes empiezan a moldear el destino de sus hijos. Cuando Jacob estaba por morir, el reunió a sus 12 hijos alrededor de su cama. Y el habló una bendición para cada una de esas vidas. Si seguimos las vidas de esos hijos a través de la escritura, cada uno de esos hijos vivieron exactamente como su padre lo dijo.
Jesús les dijo a sus discípulos que ellos eran la luz del mundo y la sal de la tierra. En ese punto en el tiempo, no era cierto. Ellos estaban llenos de imperfecciones morales, todavía dudaban de quién era El. Pero después se convirtieron en lo que el Señor habló sobre ellos.
El punto es que ellos subieron al nivel de la profecía. Ellos literalmente se convirtieron en lo que él dijo porque él moldeó su destino con el poder de la bendición!
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