Sé tu mismo la palabra, aprópiate y vuélvete portador de ella, camina como si fueses una alabanza constante, y toda fortaleza en tu mente será destruida, adorar a Dios no es solo cantar, es ser una antorcha encendida en todo momento, ser un perenne altar de adoración y sacrificio, que rompe yugos, ataduras, por todo lugar donde pasas.
La forma y manera de llegar a eso, es como hoy te enseñamos con Josué 1:8, grabando cada una de las leyes de Dios, en tu corazón.