La forma que te ves a ti mismo es parte de la fe, eres fuerte porque Jesús vive en ti, eres capaz porque el Espíritu Santo te capacita. Puedes lograr mucho más, porque el favor de Dios te abre la puerta.
En Números 13:32-33 dice: “La tierra que fuimos a explorar es tierra que traga a sus habitantes. Todo el pueblo que vimos en ella son hombres de gran estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de gigantes. Nosotros, a nuestros propios ojos, parecíamos langostas; y así parecíamos a sus ojos”.
El Señor había comisionado a Moisés que enviara espías para recorrer la tierra que Dios les entregaría. Pero al volver la mayoría de los espías trajeron un reporte negativo, “parecíamos como langostas” creyeron de sí mismos, menospreciando la promesa de Dios. Ésto contagió a todo el pueblo, por lo que desfallecieron comenzando a murmurar contra el Señor. Las consecuencias que sufrieron, fue que aquellos que se quejaron, murieron en el desierto.
No debemos vernos a nosotros mismos como incapaces para lograr las metas, porque al hacerlo estamos menospreciando a Dios. Tener una actitud de fe y progreso, es lo que el Señor espera de nosotros. Los razonamientos de la incredulidad nos llevarán al fracaso, suponer que no hay posibilidades es negar el poder de Dios. Permanece con actitud de fe y agradecimiento y el Señor cambiará tu vida.
Oremos así:
“Padre, hoy me decido a creer que siempre me puedes ayudar a vencer la oposición y salir adelante. Con tu poder venceré, con tu palabra avanzare. Pongo al desaliento y la duda bajo mis pies porque en el nombre de Jesús, grandes cosas haré. Amén”