Seas hombre o mujer, no debes dudar en abrir tu corazón a Dios, no te presentes ante Él, como si se tratase de alguien que no puede oírte, o al que hay que buscar como si fuese un mandatario, un gobernante o alguien inaccesible, a quien debes solicitarle audiencias. No, no es de este modo.
Entre más honestidad y sinceridad presentes, Él va a escucharte, una y otra vez; como te lo enseñamos con Salmo 27:8. Solo debes prestar atención a la forma como irá sacando lo que no te edifica, lo que te contamina.