Por el Dr. Don Colbert
La pareja de esposos que estaban sentados frente a mí tenían 40 y pico de años. No eran gordos por definición, pero evidentemente, iban gradualmente en esa dirección. A menos de que hicieran algo distinto, era sólo una cuestión de tiempo.
Ellos no sabían que la mayoría de las personas desarrollan lentamente una sensibilidad a los carbohidratos y se vuelven insulinoresistentes a medida que envejecen; este punto de inflexión generalmente ocurre alrededor de los 50 años. Si un hombre tiene una cintura de 100 cm (40 pulgadas), ha desarrollado sensibilidad a los carbohidratos y resistencia a la insulina (89 cm ó 35 pulgadas para la mujer). La sensibilidad a los carbohidratos y la resistencia a la insulina se traduce directamente en grasa abdominal. Ellos tampoco sabían nada acerca de la mujer de 70 años a la que recientemente le había ayudado a perder 9 kg (20 libras), que había exclamado: “tengo más claridad mental, más energía y perdí peso… ¡esta es la dieta para perder peso más fácil que existe!” Tampoco sabían de que he ayudado a cientos de personas, desde niños hasta abuelos, a perder peso, ser más saludables y a vivir la vida que siempre han querido.
Sin embargo, primero me gusta escuchar lo que los pacientes tienen para decirme.
“Hemos tratado toda clase de dietas”, la mujer en mi oficina me explicó, “sin embargo, nada parece funcionar a largo plazo”.
Él dijo: “A lo mejor es algo con los carbohidratos, no lo sé, pero se supone que comamos muchos carbohidratos. Lo leí en el internet.”
Él tenía razón en sólo una cosa: esa información está en el internet. El informe de 2010 del Comité Asesor para las Guías Alimentarias de los Estados Unidos, que define la política oficial del gobierno de los Estados Unidos para una alimentación saludable, dice que el 45% a 65% de las calorías en nuestra dieta necesitan derivarse de los carbohidratos. Con una ingesta diaria de 1800 calorías, eso se traduce a unos 200-300 gramos de carbohidratos.
Sin embargo, estaba equivocado en todo lo demás.
Aquellos que reciben entre el 45 y el 65 por ciento de su ingesta calórica vía carbohidratos sólo engordarán más y más, especialmente a medida que envejezcan y se vuelvan más sensibles a los carbohidratos e insulinoresistentes. Interesantemente, los doctores, dietistas, los medios de comunicación y el gobierno rápidamente te dirán que, si tratas de bajar la cantidad de carbohidratos, esto “podría ocasionar riesgos para la salud y no es recomendable para perder peso o la mantención del peso adecuado”.
Nada más lejos de la verdad. El hecho es que las recomendaciones dietarias diarias están haciendo que engordemos, nos están manteniendo obesos y generando y promoviendo numerosas enfermedades. Añádele la sensibilidad a los carbohidratos y la resistencia a la insulina a medida que envejecemos, y tenemos los ingredientes de una epidemia de obesidad, que es precisamente lo que está sucediendo hoy en día.
Yo estoy listo para un cambio. ¿Y tú?
Definiendo una mejor trayectoria
He recomendado una dieta baja en carbohidratos durante muchos años para pacientes con cáncer (aun con cáncer avanzado), deterioro de la memoria asociado a la edad y enfermedad de Alzheimer temprana, así como para pacientes con obesidad, síndrome metabólico, prediabetes, diabetes tipo 2 y otras. Se trata de algo más que una dieta baja en carbohidratos. Es una dieta cetónica y he encontrado que este tipo de dieta es la manera más rápida y saludable de quemar grasa (especialmente la grasa abdominal) que todos los otros programas dietéticos que he usado durante los últimos 30 años en mi práctica médica.
¿Recuerdas la frase famosa “puede ocasionar riesgos para la salud”? Nos han dicho tantas veces que los carbohidratos son buenos y que las grasas son malas, que nos lo hemos creído. Y debido a que nos hemos tragado la mentira del alto consumo de carbohidratos, sufrimos de las enfermedades crónicas asociadas como resultado directo. Sí, algunas grasas son malas, pero no todas.
He escuchado a cristianos decir: “¿No dijo Jesús: ‘Danos el pan de cada día’? Deberíamos comer pan todos los días, ¿verdad?” Esa es una lógica defectuosa en muchos niveles, pero incluso si fuera cierta, el pan de hace 2000 años no era lo mismo que el pan de hoy. Nuestro pan es híbrido, mestizo, refinado, y carece de fibra y muchos nutrientes. Es casi como comparar un chocolate M&M de color naranja con una naranja. ¡No son lo mismo, en lo absoluto!
La historia lo demuestra
Este programa cetónico funciona bien, especialmente en las personas con exceso de grasa en el vientre. La dieta baja en carbohidratos, o cetónica, es increíblemente efectiva y ha sido practicada y prescrita por más de 150 años.
A mediados de 1800, un empresario inglés llamado William Banting estaba tratando en vano de perder peso; por el contrario, continuaba aumentando. Los doctores de ese siglo le dijeron lo que la mayoría de los doctores de hoy en día les dicen a sus pacientes: restringe las calorías y haz ejercicio. Eso no funcionó para Banting, quien también experimentó con laxantes, diuréticos, baños turcos y las dietas de hambre, entre sus 20 intentos fallidos para bajar de peso.
Banting, que era bajito y pesaba más de 90 kg (200 libras), sufría de una hernia umbilical dolorosa que constantemente requería de vendaje, y sus rodillas le dolían tanto que se las envolvía para aliviarlas. Subir las escaleras lo dejaba sin aliento y transpirando muchísimo. No hace falta decir que Banting estaba desesperado por respuestas.
Un día hizo una cita con el Dr. William Harvey por un problema auditivo. El Dr. Harvey había estudiado en París y le recomendó una nueva dieta que incluía carne, pescado y aves de corral, junto a una ilimitada cantidad de grasa animal y lácteos. También incluía pequeñas cantidades de fruta que fueran bajas en azúcar, y sólo unos pocos mordiscos de tostada. No estaban permitidos los endulzantes, los dulces ni las harinas. Como resultado, Banting perdió aproximadamente 23 kg (50 libras) en casi un año, sin sufrir efectos colaterales como los que había tenido en sus dietas previas. Además, esta dieta le proporcionó mayor energía, redujo su dolor de rodillas y nunca más se quedó sin aire ni sudó en exceso después de subir las escaleras.
Banting estaba tan emocionado con su pérdida de peso que escribió un pequeño libro al respecto, con su historia y la dieta que cambió su vida. La demanda del libro era tan grande que fue traducido a varios idiomas. Banting mismo se hizo muy popular. De hecho, la frase “¿Estás haciendo Bant?” era otra manera de preguntar: “¿Estás haciendo dieta?” Esta frase era sinónimo de hacer dieta. Cuando las personas pensaban en hacer dieta, pensaban en Banting.
La medicina moderna está de acuerdo
La dieta cetónica, alta en grasas y baja en carbohidratos fue redescubierta alrededor de 1920 para tratar convulsiones en niños y adultos, y se usó hasta comienzos de 1940 cuando se desarrollaron medicinas para la epilepsia. Al comienzo de 1960, el Dr. Robert Atkins inauguró su práctica en la ciudad de Nueva York. A pesar de que sólo tenía 33 años, parecía como de 45. Tenía tres barbillas y pesaba más de 90 kg (200 libras). Estaba tan agotado que no se levantaba antes de las 9 de la mañana y nunca veía a los pacientes antes de las 10 de la mañana.
Frustrado, Atkins se encontró con la dieta baja en carbohidratos por el Dr. Alfred W. Pennington, y perder peso fue fácil. Eventualmente, Atkins fue contratado por una compañía para ayudar a sus empleados. Fue muy exitoso, ayudando a 64 de 65 empleados a perder peso hasta alcanzar el peso normal. Con el correr de los años, Atkins redefinió su dieta para que fuera una dieta baja en carbohidratos, alta en proteína, y alta en grasa. A medida que su reputación se hizo conocida, su dieta eventualmente terminó en la revista Vogue y era llamada “la dieta Vogue”. En 1972, publicó su libro Dr. Atkins’ Diet Revolution, (La Revolución dietética del Dr. Atkins), el cual vendió diez millones de copias y se convirtió en el libro de dieta más vendido de todos los tiempos.
A pesar del (y debido al) éxito de su dieta, Atkins era percibido como polémico y fue calificado como un “curandero” por muchos de sus colegas médicos. En la década de 1990 y a principios de 2000, me reunía y hablaba con el Dr. Atkins casi cada año en conferencias médicas. Él y yo conversábamos de la salud y dietas, y yo lo llenaba de preguntas sobre los más recientes avances en la medicina nutricional. En el 2003, el Dr. Atkins se resbaló y cayó sobre una acera helada, fracturándose el cráneo. Murió 9 años más tarde. Hubo rumores de que murió de un ataque al corazón y que era un obeso mórbido al momento de su muerte. Pero esos rumores eran completamente falsos. La verdad es que Atkins tenía un peso promedio al momento de su muerte.
¿Por qué funciona la dieta cetónica?
En más de 30 años practicando medicina, he analizado cada dieta que existe. He medido, contado, calculado y examinado a nivel celular para ver qué funciona y qué no funciona para perder peso. He monitoreado, aconsejado y trabajado directamente con miles de pacientes para ayudarlos a ser saludables y mantenerse en esa condición. En la dieta cetónica, no estamos repitiendo la dieta baja en carbohidratos, alta en proteínas y alta en grasa promovida en la dieta Atkins. Más bien, esta dieta (y estilo de vida) es muy diferente, ya que es una dieta baja en carbohidratos, moderada en proteínas, y alta en grasa buena. En la dieta de Atkins el alto consumo de proteínas se convertían en azúcares, lo cual iba en contra de la razón misma de la dieta. La dieta cetónica restringe usualmente el consumo de carbohidratos a unos 50 gramos por día o menos, algunas veces a 25 gramos al día, lo cual hace que el hígado produzca cuerpos cetógenos (un subproducto de ácidos grasos no esterificados que se descomponen incompletamente en el hígado). Esto, a su vez, provoca un cambio en el metabolismo del cuerpo. En lugar de quemar azúcar como combustible primario, que es lo que el cuerpo consume al seguir las dietas diarias recomendadas de carbohidratos, tu cuerpo comienza a quemar grasa—especialmente grasa abdominal. Quemar grasa es la meta de todas las dietas. Sin embargo, usualmente no sucederá como resultado de un consumo entre 45% a 65% de carbohidratos, lo cual también suele desencadenar un apetito voraz de modo que cualquier pérdida de peso por lo general no se mantendrá.
Una dieta rica en carbohidratos, azúcares y almidones subirá los niveles de insulina en la sangre. La insulina es una hormona de almacenamiento de grasa que programa al cuerpo para almacenar grasa. También estimula el hambre. Una dieta cetónica, baja en carbohidratos, hace que los niveles de insulina permanezcan bajos, lo que desencadena un cambio en el metabolismo para quemar grasa (especialmente la grasa peligrosa en el vientre). Además, ¡también disminuye significativamente el hambre y los antojos!
¿No sería bueno quemar grasa y no tener hambre?
Estar en cetosis simplemente indica que la descomposición de grasa se ha activado. Algunos dicen, “He leído sobre la cetoacidosis, y no es bueno”. Cierto, pero la cetoacidosis no es lo mismo que la cetosis. La cetoacidosis es potencialmente mortal y es el resultado de niveles elevados de cetonas en la sangre, que pueden ocurrir en diabéticos tipo 1 o rara vez en diabéticos tipo 2 que han destruido la mayoría de sus células productoras de insulina en el páncreas y requieren de insulina. En la cetoacidosis, los pacientes tienen azúcares en la sangre muy elevados y altos niveles de cetonas. La cetosis nutricional es un estado metabólico saludable en el que el azúcar en la sangre es normal y las cetonas son bajas. En este estado de cetosis nutricional, se queman grasas al tiempo que se controla el hambre y el apetito.
Para saber si estás en cetosis, se usan tiras reactivas de cetona (Ketostix) simples y baratas para medir el nivel de cetonas en la orina. Expone la tira de prueba a través de tu flujo urinal, y después de 15 segundos compárala con la cartilla de colores en el frasco. De no haber cetonas en la tira, no significa necesariamente que no hayan cetonas en el torrente sanguíneo. Significa que aún no se han eliminado un exceso de cetonas. Las tiras Ketostix son el medio más económico de medir cetonas y la existencia de cetonas en la orina, lo cual indicará una cetosis absoluta. La desventaja es que no puedes utilizar este método de medición para la cetosis a largo plazo, el cual generalmente es superior a tres a cuatro semanas. Las cetonas en la orina usualmente desaparecen una vez te adaptas a la cetosis.
Algunos pacientes mostrarán cetonas en su orina después de unos pocos días, mientras que para otros puede tomar una o dos semanas, como los diabéticos tipo 2 o los pre-diabéticos. Sin embargo, puedes estar seguro que cuando limitas la cantidad de carbohidratos que consumes a 50 gramos o menos (25 gramos) al día, entrarás en cetosis y tu cuerpo empezará a quemar grasas en lugar de azúcar. Después de tres o cuatro semanas, las cetonas puede que no aparezcan en tu orina; sin embargo, también podrás medir tu nivel de cetonas en la respiración mediante el uso de un analizador de aliento para cetonas, o podrás medir tu nivel de cetonas vía sanguínea.
La dieta es fácil
Mi esposa Mary es mi mayor admiradora y mi crítica más aguerrida. Sabía que si podía hacer esta dieta con ella, entonces podría hacerlo con cualquier persona. Déjame decirte el final de la historia primero: perdió 9 kg (20 libras) en seis semanas. Sin lugar a dudas, Mary es la paciente más dura de todos, pero ella me habló en forma directa.
“No tuve antojos de hambre, ni antojos de azúcar o carbohidratos, ni aturdimiento”, afirmó. “Honestamente, fue mucho más fácil de lo que esperaba”.
Mary perdió entre 1,8 y 2,2 kg (4-5 libras) la primera semana, después unas pocas libras semana tras semana. La mayoría de las personas, después de la primera semana, perderán en promedio 900 grs (2 libras) a la semana, pero para algunos es posible que solo pierdan la mitad. ¡De cualquier manera, eso representa 47 kg (52 libras) en un año! Tan solo síguela, y lo verás.
En mi opinión, esta dieta es la manera más rápida y saludable para quemar grasa abdominal (la cual está directamente relacionada a muchas enfermedades). Y si eso no es suficiente, ayuda a prevenir la diabetes, demencia, cáncer de varios tipos, enfermedades del corazón y obesidad. En resumen, es una dieta que muchos deberían estar siguiendo.
Afortunadamente es más que una dieta: es un estilo de vida increíblemente saludable. Funciona a largo plazo. Es una dieta y estilo de vida que podemos disfrutar por muchos años y los años venideros. Y eso significa… que podrás vivir la vida que quieras, cumplir tus sueños, jugar con tus nietos y biznietos, y cumplir con la tareas que Dios te dé.
Publicado originalmente en la edición de febrero de la revista: La Voz del Victoria del Creyente, titulado originalmente: Haz un cambio metabolico. Fuente original. Febrero 2017 – revista.kcm.org/article/haz-un-cambio-metabolico