Sospechoso de la sospecha – Por Joyce Meyer
1 Corintios 13:4-8 dice:
«El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará».
En la escritura de hoy, estas palabras acerca del amor son familiares para la mayoría de nosotros, pero puedo decir honestamente que vivir estas escrituras no siempre han sido fáciles para mi. De niña, yo no estuve expuesta a este tipo de amor–de hecho, me enseñaron a desconfiar de todo el mundo. Me dijeron que no debia confiar en las razones de otras personas.
Si bien es prudente estar al tanto de las razones de las personas, hay que tener cuidado de no permitir que nuestra naturaleza desconfiada, afecte negativamente nuestros sentimientos acerca de todo el mundo. Una naturaleza excesivamente desconfiada puede envenenar su mente y afectar su capacidad de amar y aceptar a otras personas. Considere este ejemplo.
Supongamos que un amigo se le acerca después de un servicio de la iglesia y dice: ¿Sabes lo que Doris piensa de ti?» Luego, el amigo le dice todos los detalles de las cosas que Doris dijo. El primer problema es que un verdadero amigo no compartiría dicha información. Y el segundo problema, es que teniendo una mente desconfiada, usted ahora cree una información de segunda mano.
Supongamos que un día en la iglesia, Doris está sentada a pocas filas delante de usted, alabando al Señor. Inmediatamente usted piensa, «Que hipócrita es ella.»
Entonces, el Espíritu Santo dirige sus pensamientos a su propia condición, y le muestra el hecho de que usted estaba alabando al Señor mientras tenia malos sentimientos hacia Doris. ¿No dijo Jesús que debemos hacer la paz con los demás antes de que presentemos nuestras ofrendas a Él? (Ver Mateo 5:24.)
Condenado por estas palabras de Jesús, usted se disculpa con Doris por los malos sentimientos que tiene hacia ella … y ella le mira fijamente en shock absoluto. Entonces usted se da cuenta de su error. Usted malinterpretó la información que su amigo compartió con usted acerca de Doris, permitiendo que el diablo lo pusiera en contra de una mujer maravillosa y bondadosa.
Este es un buen ejemplo de cómo la desconfianza puede paralizar relaciones y destruir nuestro gozo, mientras este nos lleva por mal camino.
Me tomó un tiempo el superar una vida de desconfianzas, pero finalmente aprendí, que cuando amamos de la forma como Dios ama, no tenemos lugar para desconfiar de los demás.
Oremos: Señor, te doy gracias por mostrarme cómo superar mi naturaleza desconfiada, enseñándome a amar a los demás con la forma tuya de amar. Gracias, Jesús, por ser paciente conmigo y por ser mi gran ejemplo. Amén.