Después de una caída, podemos estar seguros que si nos arrepentimos sinceramente, obtenemos el perdón de Dios. Arrepentirse es cambiar definitivamente, es tomar una decisión. Luego de madurar, el Señor nos perdona, restaura y levanta con honor.
En 2 Corintios 7:10 (NTV) dice: “Pues la clase de tristeza que Dios desea que suframos nos aleja del pecado y trae como resultado salvación. No hay que lamentarse por esa clase de tristeza; pero la tristeza del mundo, a la cual le falta arrepentimiento, resulta en muerte espiritual”.
Cuando nos entristecemos por causa del pecado, estamos teniendo la clase de tristeza que nos aleja del mal y nos trae salvación. La culpa por haber pecado es un sentimiento que tenemos que afrontar con responsabilidad, habiendo aprendido que no debemos volver a repetirlo nunca más. Dios nos promete un definitivo perdón y restauración cuando nos arrepentimos de algo. Arrepentirse es dejar de pecar, no es un acto de emoción temporal, es una decisión definitiva. El arrepentimiento viene luego del pecado, y produce tristeza, pero que nos hace querer cambiar para madurar. Tenemos que enfocarnos en que de ahora en adelante, tomaremos decisiones correctas. Gracias a Dios que en Cristo obtenemos perdón de todo pecado, y como dice Santiago 4:10 si nos humillamos delante de Dios en arrepentimiento, seremos restaurados y nos levantará con honor.
Hagamos esta oración:
“Padre me humillo ante ti por haberme equivocado, te pido perdón por todos mis pecados, quiero ser transformado por tu palabra para ser ejemplo y agradarte. Gracias porque me amas y me quieres restaurar para levantarme, te lo pido en el nombre de Jesús. Amén”
