Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. (Mateo 6:6)
Cierto día el padre de tres niños pequeños necesitaba un tiempo de tranquilidad para terminar un trabajo. Se encerró en su oficina y muy concentrado comenzó su tarea. A los pocos minutos uno de los niños abrió la puerta para mostrarle su rodilla lastimada, el papa le beso la cabeza, lo acaricio y al momento dejo de llorar y ya no le dolía tanto la pequeña herida.
Cuando el pequeño dejo la habitación, el papa se aboco nuevamente a su trabajo, pero a los pocos minutos fue interrumpido nuevamente. Era otro de sus hijos quien en este caso, con su dulce voz le pidió dinero para comprar una golosina. El Hombre, un poco molesto y luchando con la impaciencia, le dio el dinero y trato de concentrarse nuevamente en su trabajo. A los pocos minutos la puerta nuevamente se abrió y en este caso era el tercero de sus hijos. El hombre con voz áspera le pregunto: ¿Qué quieres? El pequeño dijo con voz amorosa “No quiero nada papi, solo quiero estar contigo”.
Para acercarnos a nuestro padre celestial no necesitamos tener un problema o necesidad, podemos hacerlo simplemente para disfrutar de su dulce y tierna presencia. Esto también es un tipo de oración, es una oración de comunión. Es un momento íntimo y hermoso donde simplemente acudimos a Dios para agradecer, expresarle nuestro amor y disfrutar de su compañía. Ten hoy momentos de amistad amor e intimidad con tu padre Celestial. «Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero los he llamado amigos… Juan 15.15. Recuerda que la amistad profunda y verdadera se nutre al tomar tiempo para estar juntos.
Oremos así: Querido padre celestial, hoy me acerco a ti con la intención de estar contigo, pues tú ya conoces mis necesidades. Quiero darte gracias por tu amor y por lo que has hecho por mí. Si quieres hablarme, aquí estoy para oír tu voz. En el nombre de Jesús, amen.