Los que confían en Dios y lo ponen como su principal amparo, son protegido y librados del mal. En el mundo hay amenazas y peligros, pero el Señor guardará tu vida y la tu familia en todo lugar y en todo tiempo.
Salmo 91:6-7 dice: “No temas a la enfermedad que acecha en la oscuridad, ni a la catástrofe que estalla al mediodía. Aunque caigan mil a tu lado, aunque mueran diez mil a tu alrededor, esos males no te tocarán”.
Ésta promesa de protección es para aquellos que han puesto al Señor como su amparo, que han elegido confiar en Dios sobre todas las cosas. Es el tiempo en tu vida donde debes decidir amar a Dios sobre todas las cosas y ponerlo como tu confianza absoluta. Nos ha mostrado su bondad enviando a Jesús porque nos quiere ayudar y proteger. En el mundo acechan peligros y catástrofes que vemos a diario, por eso, más que nunca es nuestra prioridad levantar el nombre del Señor en cada cosa que hagamos, darle lugar al Espíritu Santo en cada situación de nuestras vidas.
Debemos orar en familia con fe, porque el Señor quiere enviar a sus ángeles para guardarnos de día y de noche, en nuestra entrada y en nuestra salida. Vivir bajo la sombra de sus alas es un estilo de vida que debemos elegir, es enderezar nuestros pasos, arrepentirnos de todo mal y caminar honrando al Señor. Podrán suceder cosas malas a tu alrededor, pero la promesa de Dios es que a ti no llegará.
Oremos así:
“Padre Celestial, te pongo hoy como mi protección absoluta, confío en que me guardas de todo mal. Quiero amarte cada día más y vivir bajo la sombra de tu alas. Tu eres mi refugio. Envía tus ángeles para cuidarme siempre, te lo pido en el nombre de Jesús. Amén”
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