Por Mario Serrano
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4.13)
Un ejecutivo con gran responsabilidad se encontraba en una interminable sucesión de problemas. Estaba agotado de solucionar un inconveniente tras otro. De pronto surge otro problema realmente serio. Levanto el teléfono y llamo a uno de los directores, un hombre de negocios de gran renombre. Cuando este hombre respondió a la llamada, el ejecutivo le dijo “tengo un problema”, para su sorpresa la respuesta le llego en un tono alegre diciendo “¡Felicitaciones!”
“Pero, ¿usted no entiende?” le dijo el ejecutivo un poco aturdido…” ¡Este es un problema muy duro!” La respuesta volvió inmediatamente en la misma voz alegre del principio…”Bueno, entonces ¡doble felicitaciones! Después de esta respuesta explico “querido amigo, he descubierto a través de los años de experiencia, que Dios solo le da problemas “grandes” a gente “grande”. El confía la solución de los problemas difíciles a aquellas personas que Él cree que son capaces de manejar esa situación, así que lo que Ud. me dice, es que Dios tiene confianza en usted y cree que puede solucionar la situación. Respire hondo y dedíquese con la ayuda y sabiduría de Dios a resolver este problema por más difícil que sea.
Querido amigo, si te sientes pequeño o aplastado frente a los problemas o desafíos que tienes por delante, encomiéndate a Dios, respira hondo, levanta tu cabeza, endereza tus hombros y toma el desafío y privilegio de enfrentar un gran problema. Dios confía en ti, y te ha dado todos los recursos necesarios para alcanzar la victoria. No lo olvides “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”
Oremos así: amado padre celestial, tengo delante de mí un gran problema. Dame la fortaleza para enfrentarlo. Recibo ahora sabiduría para resolver conflictos. Declaro que contigo de mi lado soy más que vencedor, en el nombre de Jesús, amen.