Por Mario Serrano
Cada día es una oportunidad para enraizarnos más en Jesús.
«Es decir, enraizados en él y que sea él quien les haga crecer. Manténganse convencidos de la verdad que les enseñaron y llenos de acción de gracias al Señor». Colosenses 2:7 Nueva Biblia Viva (NBV)
Esta figura de una planta que necesita profundizar más su raíz para seguir creciendo es muy ilustrativa. Cuanto más profundo se introduzca la raíz en la tierra, más posibilidades de nutrirse y crecer tiene la planta.
En las profundidades están los nutrientes y el agua que la planta necesita.
Y es también en una relación profunda y sostenida con Jesús que podemos crecer y dar fruto abundante para Dios.
Es imposible procurar tener frutos o manifestarlos por nuestro propio esfuerzo.
Es a través de una profunda e íntima relación con Jesús que obtenemos los elementos necesarios para crecer y manifestar de forma natural la la vida de Dios en nosotros.
El pecado estorba nuestra relación con Jesús, enfriando nuestro corazón hacia el e impidiéndonos tener esa cercanía, esa confianza y esa intimidad que tanto necesitamos.
Purifica tu corazón, llena tu mente de su palabra, acércate diariamente a través de la oración, enraizándote así en una comunión perfecta con el Señor y los frutos de una vida abundante se manifestaran en tu vida.
Oremos así:
Padre celestial, me arrepiento ante ti si he dejado que el pecado y las cosas de este mundo enfriaran nuestra relación.
Quiero tener una relación más cercana y profunda contigo.
Quiero enraizar mi vida en ti y comenzar a dar fruto abundante. Que tu unción y poder fluyan en mí, que mi corazón se encienda y comience a ver tu gloria en cada aspecto de mi vida.
Te alabo y te doy gracias por esta obra que comienzas a hacer en mi vida.
Lo pido en el nombre de Jesús. Amén