Ni el trabajo bajo presión, ni la ansiedad o esa sensación de persecución, proceden de Dios; nunca olvides que Jesús pagó por ti, un precio muy alto, para sacarte de cualquier angustia lleno de su victoria. Las aflicciones que nos vienen, y donde nos prometió acompañarnos hasta el fin del mundo, por lo general provienen de nosotros mismos, de nuestras acciones o consecuencia de lo que dejamos inconcluso en el pasado.
Cuando comienzas a caminar totalmente bajo su voluntad, y a apartarte de todo aquello, que no le place a Dios, empezarás a experimentar la celeridad en todo lo que creías imposible. Repite nuestra oración de esta mañana y verás como la ansiedad será parte de tus testimonios de liberación.