El Señor quiere derramar su amor por ti a través del Espíritu Santo, para que por ese amor puedas tener una fe madura que te dará muchos frutos para ti y para que otros puedan ser bendecidos.
Gálatas 5:6 dice: “En Cristo Jesús de nada vale estar o no estar circuncidados; lo que vale es la fe que actúa mediante el amor”.
Dios es amor y nuestra relación con Él, debe ir desarrollándose en amor. Nosotros recibimos de su amor, y eso nos llena para poder amarlo a Él, y para amar a las personas. Si no desarrollamos una vida recibiendo y dando el amor de Dios, no estamos madurando espiritualmente.
No podemos medir nuestra vida espiritual por logros conseguidos, sino por cuánto hemos crecido en amor con Dios y con las personas. La fe verdadera se mueve por el amor, porque sabemos que Él nos ama, entonces confiamos en que por ese amor, nos va responder. El amor que tenemos por las personas debe ser lo primero, antes que la crítica, el juzgar, o el ser indiferentes. El amor por otros es lo que demuestra que amamos a Dios. A su vez nuestro amor nos mueve a creer, porque de esa forma demostramos que el Señor es fiel y verdadero.
Dios nos ama, siempre nos quiere ayudar. Recibir su amor, nos da confianza para creer y para poder obrar por fe .
Hagamos esta oración:
“Padre Dios, te agradezco tu amor por mi, recibo tu perdón, tu gracia y tu compasión. Dame la gracia de recibir tu amor para poder darlo a los demás. Quiero ser un instrumento de fe que obre por el amor, lo pido en el nombre de Jesús. Amén”