Cuando necesitamos ayuda miramos a un lado y otro, esperamos favores de aquí y allá. Estamos delante de un gran problema y no vemos soluciones. Pero levanta hoy tus ojos, porque tu socorro viene de arriba, del Señor de los cielos y de la tierra.
El Salmo 121:1-3 dice: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá, ni dormirá El que guarda a Israel”.
Hay tiempo difíciles, situaciones complicadas que todos debemos confrontar, donde todo parece difícil, hostil, sin salida, como saturados por enemigos, y parece no haber soluciones a la vista. Corremos de aquí para allá tratando de solucionar todo con nuestras fuerzas, pero vemos el problema como imposible; es en ese momento cuando debemos levantar nuestros ojos, porque nuestro socorro viene del Señor, quién no duerme para guardarnos y nos da victoria.
Tu socorro no vendrá esperando el favor de los hombres, o apelando a la compasión humana, ni tampoco confiando en la sabiduría de otros. Toda bendición y ayuda verdadera es iniciada por el Señor, que tiene todo poder, quién todo lo conoce, y a quien nada se le escapa de su mano. Él rompe cadenas, destruye muros, divide al mar en dos, haciendo posible lo imposible. Él es nuestro guardador, el Señor de Israel, creador de los cielos y de la tierra.
Hagamos esta oración “Señor, reconozco que mi salvación viene de ti, que creaste todas las cosas y nada te es imposible. Ven en mi ayuda, tu eres mi socorro, mi sanador, mi Señor y amigo; solo tu haces posible lo imposible y me darás la plena victoria en el nombre de Jesús, amén”. Por Erica Correa