Muy Arriesgados Vs. Muy Prudentes
Para ser guiados por Dios necesitamos movernos. Dios nos va guiando en cuanto estamos dispuestos al avance. Dios no puede guiar a alguien que no quiere moverse. Para saber accionar a tiempo, tenemos que poner un equilibrio entre la acción y el discernimiento en la guía de Dios.
“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte, el que domina su espíritu que el conquistador de una ciudad”. Proverbios 16:32
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Aquellos que son muy activos por naturaleza y decididos en todo, corren el riesgo de equivocarse mucho, de hacer esfuerzos vanos y de no actuar con sabiduría. Por lo tanto a esta clase de personalidades les conviene esperar un poco más de lo normal para tomar decisiones. Los que accionan por impulsos pueden tener grandes pérdidas de esfuerzo, tiempo y dinero. Generalmente son personas extrovertidas y les gusta emprender y hacer muchas cosas. La solución para este problema esta en acostumbrarse a meditar un poco más cada decisión, en esperar en Dios para sentir la paz que los guíe en lo que consideran que el Espíritu Santo les esta guiando a hacer.
Por otro lado estar las personas que no se arriesgan a decidir. Son personas con una naturaleza más calmada y relajada. Tienden a pensar demasiado, toman pocas decisiones y no se arriesga a nuevos desafíos. Hay temor, pereza o duda. Solo dan pasos muy seguros, a veces esperan una seguridad irreal para poder decidir. El gran riesgo de esta actitud es que por falta de acción a tiempo se pierden muchas oportunidades y la vida se vuelve improductiva y con resultados escasos.
Los que son perezosos esperan que Dios haga todo y lo disfrazan de “paciencia” o de “estoy esperando en Dios” pero en verdad Dios los está esperando a ellos para bendecirlos. Siempre se requiere una acción, un paso de fe. Dios le dijo a Josué “todo lo que emprendas prosperará” esto requiere emprender, que es acción, es hacer algo.
El miedo a fracasar, la incredulidad y la pereza hacen que una persona se vuelva indecisa. Dios nos habla y luego espera obediencia. Es libre quién sabe correr riesgos. Si algo persiste en tu corazón y hace tiempo que tienes un buen deseo, entonces adelante, emprende, trabaja, acciona y Dios te guiará en los pasos siguientes.
El miedo al fracaso es inútil, porque el fracaso es algo normal en la vida de cualquier persona, hay quienes aseguran por su experiencia que el fracaso es el camino al éxito. Del fracaso se aprende para volver a intentarlo más inteligentemente. Tarde o temprano tendrás que dar pasos de fe, correr riesgos y accionar si es que quieres tener éxito.
Por último veamos el consejo del apóstol santiago: ¿De qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras?. Santiago 2:14. La fe no es verdadera sino esta acompañada de acción.
Por Esteban Correa