Oramos hoy para que seas libre de las heridas del pasado, para que las ofensas y maltratos sean sanados desde ahora y para siempre. El Señor necesita tu corazón sano y libre de amargura para bendecirte más, por eso quitará el dolor y serás libre por su poder.
En Mateo 15:11 (RVC) dice: “Lo que contamina al hombre no es lo que entra por su boca. Por el contrario, lo que contamina al hombre es lo que sale de su boca”.
Nuestra lengua tiene un gran poder para dañar a los demás y a nosotros mismos. Cada vez que murmuramos de otra persona nos estamos vinculando negativamente con ella, alimentamos los pensamientos de odio, la amargura, abrimos heridas o profundizamos las que ya existían. No vuelvas a repetir en tus palabras y recuerdos lo injusto que fueron contigo, no sigas hablando mal de esas personas que te maltrataron y juzgaron injustamente, porque cada uno será juzgado por el Señor. Mejor es perdonar y dar nuestro ejemplo.
No permanezcas observandolos, siguiendolos o tratando de buscar cosas en sus vidas para seguir señalando lo malos que son. No te sigas hundiendo en el rencor y las heridas porque lograrás quedarte en un pozo de dolor y oscuridad que frenará todo lo bueno en tu vida. La biblia nos manda a perdonar y descansar en que Dios es siempre justo. Enfócate solamente en las cosas útiles y buenas que Dios tiene para ti. Veamos lo que dice Santiago 5:9 en la traducción lenguaje actual: “No se quejen unos de otros, para que Dios no los castigue, pues él es nuestro juez, y ya pronto viene.”
Hagamos esta oración:
“Señor Jesús hoy confieso perdón a todos los que me hirieron y ofendieron. Tu eres el juez perfecto y entrego en tus manos toda injusticia y maltrato. Renuncio ahora a seguir hablando mal de otras personas. Rompo las cadenas que me quieren atar a la amargura y me declaro libre en el nombre de Jesús”. Amén.