La historia de David y Goliat nos enseñan que los gigantes son aquellas situaciones en las que nos sentimos intimidados, nos atemorizan. En algún momento todos debemos enfrentar alguna situación que nos provoca desánimo y duda porque nos parece muy difícil.
Pero es allí cuando podemos ver que la fe deja de lado toda duda, temor e incredulidad y puede comenzar a ver al gigante como derrotado, sabiendo que el mayor de todos los gigantes es Dios, quien envió a Jesús para que nuestra herencia sea salud, victoria y paz.