Toda mi confianza está puesta en ti Señor. Me regocijo en tu bondad que es eterna, en tu amor infinito con nosotros, especialmente conmigo. Me resguardo en ti, esperando tus designios. Como dice el Salmo 131, versos del 1 al 2, versión reina Valera:
Jehová, no se ha envanecido mi corazón,
Ni mis ojos se enaltecieron;
Ni anduve en grandezas,
Ni en cosas demasiado sublimes para mí.
En verdad que me he comportado y he acallado mi alma
Como un niño destetado de su madre;
Como un niño destetado está mi alma.
En verdad no hay vanidad ni orgullo en mi corazón. Me he despojado de todo vicio y maldad, de todo lujo, de cualquier cosa que pueda separarme de ti y de tu camino. Porque sé que obrarás en mí, siempre lo has hecho. Eres mi Dios y Señor.
Mi alma se limpia en tu presencia, Tu bondad me llena el espíritu, Señor de bondad. Estoy ante ti como un niño despojado de todo, lleno completamente con tu amor inmenso. Soy como niño que se nutre en tu presencia, se alimenta y espera. Señor, haz que mi alma y mi corazón no se envanezcan con lo que haya podido obtener en la vida, ni que busque hacer cosas de las que no soy capaz de resistir ni soportar. Soy como un niño que ha recobrado sus fuerzas en tu presencia y ahora que me has dado la libertad de andar, espero estar contigo siempre.
Solo quiero andar tras tus pasos, caminando por tu senda, Ahora y siempre me siento seguro en tus brazos cual niño en brazos de su madre. Confío en lo que has preparado para nosotros que no son más que mandamientos inspirados en tu amor para que seamos salvos. Nos guías y nos llevas por buen camino para que nuestras almas no se pierdan en la oscuridad, en la maldad, en el pecado. Líbranos del orgullo del corazón y de todo desprecio hacia los demás, hechos a tu imagen y semejanza. No soy más que un niño en tu presencia, ayúdame a crecer en tu amor y úsame como instrumento para llevar a otros, que también son tus hijos, el amor que Tú le tienes a toda la humanidad, hazme presencia de tu amor en la tierra, Señor. Llévame al encuentro de quienes te buscan y pon tus palabras en mis labios para que, a través de mis palabras todos puedan conocerte a ti, la fuente del amor inagotable y de la vida verdadera.
Te suplico, humildemente, que no me abandones, pues me quedaría desamparado, Señor, te pido que me guíes y me ayudes a caminar en tu amor, pues en esto consigo reconfortarme.
Aunque todos somos pecadores, Tú mi señor no has querido ver la gravedad de nuestros pecados, por el inmenso amor que tienes hacia nosotros, has entregado hasta tu propio ser para salvarnos. Por eso siempre me sentiré como en sitio seguro, confiando en tu amor. Humildemente me apoyo en tu presencia, sostenme fuertemente con tus poderosas manos mientras me abandono en ti. Señor en ti confío ahora y siempre.
Reconozco tu Gloria y tu Grandeza mi Dios único y verdadero. Te alabo por tu inmensa misericordia hacia tu pueblo y tu fidelidad en cada paso que damos al seguirte. Bendícenos Señor con la fecundidad de tu amor en nuestros corazones para que seamos puros como un niño pequeño, sostenidos por tu amor y por la gracia de la salvación de nuestras almas, descansando en tu bondad, en tu justicia y misericordia. En el Nombre de Jesús, Amén