Amado Jesús, tú que te hiciste pobre para que todo el que, en Ti, cree sea rico, hoy vengo ante tu Presencia, para levantar un clamor por mí, para que nunca me falte la Fe, y pueda seguir contando con la revelación de tenerte, así como Pedro dijo al hombre: No tengo oro ni plata, pero de lo que tengo te doy: y eras Tú, Jesús lo que el discípulo estaba poniendo en las manos de aquel hombre.
Hechos 3: 6-8
“Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios”.
Así, de ese modo Señor quiero vivir siempre, andando, saltando y alabando al Dios vivo, al que nos ha dejado todo, para que cada uno protagonicemos nuevos Hechos, en nombre de Jesús.
Levanto un clamor, para que me llenes siempre de nuevas fuerzas, y así poder clamar por todo aquel que duda, aún cuando tu palabra es clara en cuanto a la duda, pero por mi Fe, tú puedes hacer que abandonen la duda y dejen de ser como olas del mar, que son fácilmente echados de una parte a otra, sin asidero, sin cimentarse sobre la roca, por falta de sabiduría.
Levanto así, el clamor por todas esas personas que no han tenido la revelación de tu Reino Sobrenatural y están buscando salidas diabólicas sin tu guía, dirección y aprobación. Amado Rey, cuando tu vas a mover a un hijo tuyo de un lugar a otro, le abres las puertas, le trazas la ruta, no los llevas a camino de muerte, como lo dice tu Salmo 41, en los versos 1 y 2:
“Dichoso el que piensa en el débil; el Señor lo librará en el día de la desgracia.
El Señor lo protegerá y lo mantendrá con vida; lo hará dichoso en la tierra y no lo entregará al capricho de sus adversarios”.
Abre los ojos, de todos aquellos que están corriendo riesgos que no están bajo tu voluntad, abre sus ojos para que reconozcan al adversario, que solo ha venido a matar y a destruir, al enemigo que usa instrumentos suyos en la tierra para llevar a inocentes sin Fe, a rutas de terror, oscuridad y muerte, prometiéndoles riquezas, que solo les acarrean problemas, enfermedad y una cárcel de la que no saben si podrán salir.
Que ellos puedan confiar en tu palabra, y les sea revelada la profundidad de los versos 3 al 12
“El Señor lo confortará cuando esté enfermo; lo alentará en el lecho del dolor.
Yo he dicho: «Señor, compadécete de mí; sáname, pues contra ti he pecado.»
Con saña dicen de mí mis enemigos: «¿Cuándo se morirá? ¿Cuándo pasará al olvido?»
Si vienen a verme, no son sinceros; recogen calumnias y salen a contarlas.
7Mis enemigos se juntan y cuchichean contra mí; me hacen responsable de mi mal. Dicen:
«Lo que le ha sobrevenido es cosa del demonio; de esa cama no volverá a levantarse.»
Hasta mi mejor amigo, en quien yo confiaba y que compartía el pan conmigo, me ha puesto la zancadilla.
Pero tú, Señor, compadécete de mí; haz que vuelva a levantarme para darles su merecido.
En esto sabré que te he agradado: en que mi enemigo no triunfe sobre mí.
Por mi integridad habrás de sostenerme, y en tu presencia me mantendrás para siempre”.
Dales también, vida en abundancia, que no se acorten sus días antes de que perfeccionen su caminar, dales salud y fuerza en el cuerpo, pero también humildad y nobleza en el corazón, para que al pasar de los días dejen de lado la soberbia y vayan a tus brazos, Padre, como niños al ver a su ser más querido.
Creo firmemente en ti, Señor, creo en el Espíritu Santo, que actúa en la vida de todo aquel sobre quien se ha derramado, y que siempre nos iluminas cual faro cuando alguno se pierde en medio del mar.
Que todos aquellos, que saben de tu existencia y alguna vez te creyeron, vuelvan a tu camino, y abandonen ideas erróneas de supervivencia, que al final sepan que Tú eres dios y tienes el control de todo. En Nombre de Jesús, amén.