Busca al Señor en todo tiempo, que su alabanza esté continuamente en tu boca, que la oración sea parte esencial de tu vida. Que tu fe en Jesús, su palabra y la comunión con el Espíritu Santo, sean tu pan diario.
En Salmos 34:-8-10 dice: “Prueben y vean que el Señor es bueno; ¡qué alegría para los que se refugian en él! Teman al Señor, ustedes los de su pueblo santo, pues los que le temen tendrán todo lo que necesitan. Hasta los leones jóvenes y fuertes a veces pasan hambre, pero a los que confían en el Señor no les faltará ningún bien”.
Nuestra búsqueda del Señor no debe ser algunas veces, o en determinadas circunstancias, debe ser en todo tiempo, en todo momento adorarlo, esperar su misericordia y hablar de sus maravillas. La oración debe ser sin cesar, sin abandonar. Muchas veces son los conflictos los que nos hacen buscar más a Dios, los que nos llevan a un encuentro poderoso, pero el Señor hoy nos está diciendo que probemos y veamos cuán bueno es Él, qué alegría tienen aquellos que se refugian en Él y le temen.
Los que menosprecien al Señor, su sabiduría y su consejo, lo que no le temen, ni lo buscan, tal vez un día necesiten hacerlo, pero será por haberse descuidado tanto tiempo. Las cosas que se descuidan, se echan a perder. Lo que no se mantiene, se estropea. No dejemos de atender nuestra comunión con Dios, él está dispuesto a tender su mano, a liberarnos, ayudarnos y fortalecernos cuando lo buscamos todos los días.
Oremos así:
“Padre Celestial, Gracias por tu inmensa bondad, hoy me vuelvo a ti con todo mi corazón para buscarte y aferrarme a tus promesas, en comunión con Espíritu Santo te buscará. Recibo lo que tengas para enseñarme y fortalecerme en el nombre de Jesús. Amén.
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