La palabra de Dios dice que todos somos pecadores, y que fuimos destituidos de su Gloria; si recibiste a Jesús en tu corazón, ten un encuentro íntimo y sincero, en el que le pidas que arranque toda maleza de tu corazón, que purifique tu alma; que irrumpa en tu vida con su Santo Espíritu, y despide de tu vida todo aquello que no edifica. No tienes que dejar de hablar con nadie, se trata de un trabajo intenso en ti, en el que tu mente será renovada.