Cuando los malos pensamientos, los temores o las culpas, quieran venir a tu mente, el Señor te dice que te humilles ante su presencia, que resistas al diablo y huirá de ti. Dios está siempre dispuesto para acercarse a nosotros.
Santiago 4:7-8 (NTV): “Así que humíllense delante de Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y Dios se acercará a ustedes. Lávense las manos, pecadores; purifiquen su corazón, porque su lealtad está dividida entre Dios y el mundo”.
Humillarse delante de Dios, significa todo lo contrario a exaltarse, si nos humillamos es porque estamos conscientes de que necesitamos de Él, de que no somos perfectos, de podemos equivocarnos y pecar, que somos débiles y no tenemos el poder de solucionar o resolver todas las cosas. Humillarnos ante Dios, es reconocer por un lado su grandeza y amor, y por otro, nuestra dependencia de Él como creación suya. Somos seres que necesitamos redención por nuestros pecados y su ayuda en todas las cosas. Una actitud soberbia es lo que produce el pecado, la rebeldía y el amor a las cosas corruptas del mundo. Para resistir al diablo, debemos humillarnos ante Dios. Resistirlo es no ceder a sus mentiras y temores, es poner la fe en el lugar correcto: la palabra de Dios. La biblia nos promete que el diablo huirá de nosotros con sus falsos pensamientos. Si nos acercamos a Dios con humildad, siempre nos responderá con su presencia.
Oremos así:
“Padre, gracias por revelarme que si resisto al diablo, huirá de mí. Me humillo ante ti reconociendo tu grandeza, y como la fuente de todas mis bendiciones, te pido perdón por todo pecado y resisto ahora las mentiras del diablo. lo creo y declaro en el nombre de tu hijo Jesús. Amén”