¿Sabes lo que amaba Dios, de David?. Que él pecaba, pero cuando se arrepentía, era para siempre y no volvía a pecar. Siempre estaba dispuesto a reconocer que había hecho mal, y que había desagradado a Dios.
Hoy, podemos contar con el amoroso consolador, que nos redarguye, y nos guía a todo aquello que debemos cambiar.
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Pon tu Fe, en la oración.
¡Te envío un abrazo de fortaleza!. Esteban Correa.-