Por Esteban Correa
Podemos leer la biblia para tener información o conocimiento, pero mejor es leerla con el espíritu abierto, hambrientos de conocer a Dios, cuando así lo hacemos nos abrimos a que las palabras que leemos sean una revelación que nos transforma.
Esto es un ejercicio espiritual que nos llena; de esta manera obtendremos fe y respuestas necesarias para cada necesidad; y el poder de la palabra de Dios estará en nosotros para ser declarado con unción y poder, y esa palabra no volverá vacía porque es la palabra revelada.
Haz habitar, morar, vivir la palabra en tu corazón y dará resultados.
Colosense 3:16 nos dice: “Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría”. Hagamos de la Biblia no un libro más, sino una maravillosa experiencia que transforma.
Cuatro Puntos para hacer real la palabra de Dios.
1. Deseándola ardientemente: Nada vendrá ni pasará si no lo deseamos de todo corazón, nuestro deseo y ganas, es decir, nuestro hambre y sed espiritual es el primer paso para que la palabra de Dios se haga realidad en nosotros.
2. Escuchando: “Este atento tu oído a mis palabras” (Pr. 4:20-22) cuando escuchamos un mensaje de fe o cuando nosotros mismo leemos la Biblia y lo hacemos en voz alta no solo leemos sino que escuchamos, pero no es solo escuchar, sino prestar atención detenidamente para que esa palabra penetre nuestro espíritu por medio de lo que nuestros oídos captan.
3. Mirando: La Biblia se lee con los ojos y por medio de ellos, que llevan la visión la palabra encuentra otra entrada para ingresar en nosotros. Quedará grabado en tu espíritu todo lo que lees con tus ojos, mira lo que lees, mira las palabras, y visualmente entrarán en tu espíritu. El Salmo 119:18 no dice: “Abre mis ojos, y miraré Las maravillas de tu ley”
4. Meditando: Una vez que se nos haya metido la palabra en el espíritu y corazón debemos procesarla por medio de la meditación, pensarla detenidamente, ver que nos quiere decir, analizarla minuciosa y tranquilamente, esto hace que salga el resultado para que sea plenamente revelada.
5. Compartiendo: La Biblia nos enseña la comunión con Dios y con los hermanos, y para eso están los ministerios, para compartir la revelación con el pueblo de Dios, escucha a las personas que Dios usa para impartir revelación y también tu mismo comparte lo que tienes para dar, así te vaciarás para poder ser llenado aún más con la presencia del Espíritu Santo.