Dios te dará su sabiduría para controlar la ira que te daña y el enojo que afecta negativamente a quienes te rodean. El Señor vendrá sobre ti, te llenará con su amor y con su Espíritu Santo, para que tengas todo control sobre el enojo, en el nombre de Jesús, amén
En Proverbios 29:11 dice: “Los necios dan rienda suelta a su enojo, pero los sabios calladamente lo controlan”.
Nosotros debemos controlar al enojo para que éste no nos lleve a crear peleas de las cuales vamos a tener muchos más problemas de los que tendríamos si lo refrenamos. El enojo recurrente es un síntoma de insatisfacción y debilidad, que podemos vencer fortaleciéndonos en la palabra de Dios. El control propio es un fruto que tenemos en la comunión con el Espíritu Santo. Nuestra búsqueda de Dios nos da la capacidad de controlar la ira para poder actuar con paz y claridad.
Una persona enojada está con su capacidad nublada para tomar buenas decisiones. Debemos ser sabios y controlar ese furor cuando es necesario. Algo injusto nos puede enojar, pero debemos entregar esa carga ante Dios. Es mejor hablar con calma que desatar la furia. La arrogancia causa ira, porque no soporta que se cuestione o se contradiga a quién la tiene. Mantener el control propio es un fruto de la madurez espiritual. Los inmaduros se enojan más fácilmente, pero si queremos ir a la madurez, debemos poner el enojo a un lado, para vivir en acuerdo con la presencia de Dios y así tener su paz, claridad y bendición.
Oremos así:
“Padre Dios, pongo todo enojo, ira y furia en tus manos, renuncio a darle rienda suelta al enojo. Decido ser sabio y tener dominio para tomar buenas decisiones. Lléname más con tu Espíritu Santo para caminar en paz y claridad en el nombre de Jesús. Amén.