Levántate hoy con la autoridad que te ha sido dada por el Señor, para atar toda maldición, pobreza y enfermedad; desatando en cambio la herencia de nuestra salvación, que es sanidad, paz, gozo y prosperidad.
En Mateo 18:18 dice: “De cierto les digo que todo lo que aten en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desaten en la tierra, será desatado en el cielo”.
En otro contexto Jesús repitió estas mismas palabras al apóstol Pedro, a quién le entregó autoridad para atar y desatar en Mateo 16:19, en ambos casos, se refiere a la autoridad que Dios nos ha delegado como sus hijos en el mundo espiritual. Que algo sea atado en el cielo, significa que en el mundo espiritual existe una guerra del bien contra el mal.
Como hijos de Dios, tenemos autoridad para hacer avanzar el reino de Dios en la tierra. Esto es: predicando el evangelio de salvación, de perdón de los pecados y de reconciliación con Dios y con lo hombres. Cuando una persona se encuentra atada por un espíritu o una maldición, nosotros tenemos la autoridad para desatar a esa persona y atar al espíritu que la está afectando en cualquier área que sea.
Cuando oramos intercediendo por otras personas, o por nuestras propias cuestiones personales, debemos usar la autoridad de atar y desatar para que la voluntad de Dios se cumpla en la tierra. Su voluntad es desatar las almas atadas por la maldición, el odio y la incredulidad e impedir, es decir atar, el avance de la enfermedad, la opresión espiritual y la escasez de recursos.
Hagamos juntos esta oración:
“Padre Dios, uso la autoridad que me has dado para atar en mi y mi familia, la opresión, la maldición, la enfermedad y la pobreza; y desato en cambio: salvación, libertad, sanidad y prosperidad, lo creo y proclamo en el nombre de Jesús. Amén”