En estos últimos tiempos el Señor derramará su Espíritu Santo sobre ti en una mayor medida. Visiones, Sueños y Profecía vienen sobre ti. Su presencia manifestada es un fuego de poder que trae santidad para vencer las tinieblas y el pecado.
Hechos 4:31 dice: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios”.
El Espíritu Santo es Dios con nosotros, quién nos capacita, nos llena y ayuda a vencer la debilidad de la carne. Una vida plena es una vida de llenura y avivamiento en el fuego del Espíritu Santo. Para avivar este fuego debemos decidir alejarnos de todo lo que lo entristece, es nuestra la decisión de abandonar el pecado, para así buscar el poder de Dios y ser vencedores. Dios nos provee ese fuego para vivir una vida victoriosa. Jamás debemos olvidar esto: que nuestra victoria está en caminar en el fuego del Espíritu Santo.
El deseo de andar con Dios nos lleva a desechar las obras de la carne para ser más que vencedores. Renunciemos a la tibieza espiritual, a ser apáticos, indiferentes y cerrados al gran poder del Señor. Mantener la oración ferviente hace avivar los dones que el Espíritu Santo nos dio. Necesitamos avivar ese fuego cada día, poner a Dios primero, así nos guiará a las mejores decisiones y a la manifestación de su gloria.
Oremos así:
“Padre Celestial, Renuncio a todo pecado que me aleja de ti, te pido que me colmes de tu Espíritu Santo, lléname y bautizame con tu fuego de poder y santidad. Voy a vencer toda debilidad por la presencia del Espíritu Santo, en el nombre de Jesús. Amén”