La mayoría de los jóvenes al contraer matrimonio y formar una familia, tiene en mente la idea de compartir la vida con su conyugue, tratando de ser feliz en cuanto a las posibilidades se lo permitan, tener hijos, proveer para ellos el alimento y darles algún tipo de educación. Estas metas son buenas pero son insuficientes en relación al plan que Dios tiene para la familia.
El plan que deberíamos trazar para nuestras familias debe estar relacionado con nuestras prioridades y hacia donde queremos dirigirla.
En lo espiritual el padre y la madre son los encargados de transmitir a los suyos el amor y compromiso hacia Dios. El padre como sacerdote del hogar y responsable ante el Señor debe ser ejemplo de búsqueda, servicio, integridad y compromiso con Dios. La mama encargada de estar la mayor parte del tiempo con sus hijos es responsable de mostrar el amor de Dios a través de su servicio desinteresado hacia el hogar. Enseñar en el día a día, en las situaciones diarias, como ser cristianos verdaderos, íntegros y responsables.
Uno de los desafíos más grandes que tienen los padres es orar juntos cada día y poner ante Dios las necesidades del hogar. ¿Cómo los pequeños retoños serán hombres y mujeres de oración si no ven a sus padres orar y mucho menos leer juntos la Palabra del señor?
No solo los padres deben ser el ejemplo para sus hijos en estas cosas sino que deben también animar a los suyos a practicarlas. La piedad debe ser inculcada, buscada, perseguida, ya que la tendencia natural nos conduce en la mayoría de los casos por el camino opuesto. Todo este incentivo de búsqueda de Dios debe hacerse con amor, moderación y siempre confiando en la obra del Espíritu Santo.
Algunos buenos creyentes tienen temor de persuadir a los suyos en estos principios y solo se limitan a orar, dejando toda la tarea de discipulado al Señor, esto no está del todo bien, es como pretender que una comunidad conozca del Señor, pero nos negamos a anunciar el mensaje de Cristo y solo nos limitamos a orar. Las dos cosas van de la mano, oración y acción.
Otra meta importante es inculcar en los pequeños el deseo de superación. Como dice la escritura, en Filipenses 1:10 El de buscar y aprobar lo más alto y lo mejor. Comenzando con los estudios, luego al elegir una carrera y así en todas las áreas de la vida.
En cada caso es necesario siempre trazar planes para poner en práctica nuestras metas. Pero al trazar esos planes debemos siempre utilizar una brújula que nos indique el camino correcto o que nos muestre si ese objetivo es el adecuado. La brújula querido amigo es la palabra de Dios, al leerla cada día y al acercarte a Dios, podrás entender qué pasos dar y que camino es el más conveniente para tu familia.
Este sería el planteo que cada joven debería hacer, al iniciar un hogar y también los que ya tenemos algunos años en este desafío de llevar una familia hacia adelante.