Por Marcos Witt
El título del correo electrónico decía: «Mi foto de niño», y el remitente era un amigo conocido; así que procedí a abrir la foto que, al parecer, venía adjunta. Después de un minuto, no sucedió nada. Pensé que era una equivocación y simplemente cerré el correo. No había mensaje ni foto. Sin saberlo, había hecho lo que muchos hacemos por desconocimiento: había importado un virus a mi computadora. Me enteré de esto cuando nuestro experto en computadoras me dijo que el disco duro tenía un virus que estaba causando problemas. Me explicó las distintas maneras que un virus puede entrar. Después de escucharlo, recordé el mensaje engañador que había llegado aquella vez cuando un amigo al parecer me había mandado una foto.
De la misma manera, el enemigo se dispone a enviarnos «correos» engañadores, para introducir una variedad de virus que nos dañan el corazón, los pensamientos, el ánimo y la vida misma, si se lo permitimos. A veces, el diablo manda virus para atacar nuestro disco duro y hacernos daño.
Un virus es un programa que se adhiere a un archivo o aplicación parcial o total, y causa que la computadora haga cosas que uno no desea. Son como el «catarro» o «la gripe» de las computadoras. Un virus tiene la habilidad de duplicarse sólo. El fin de esto es que se duplique, multiplique y cause más daño a más computadoras.
Lo interesante de los virus es que la mayoría de ellos requiere de una acción por parte de la persona que lo recibe, a fin de establecerse dentro de la computadora del individuo. Es decir, para que entre en la computadora, uno tiene que abrir un archivo, recibir y abrir un correo electrónico o autorizar la aceptación de un documento infectado. Encontré muy interesante este punto, porque el enemigo diseñó los virus que entran en el corazón de la misma manera, porque entran cuando existe una acción de nuestra parte que les da entrada.
Quizá experimentamos un rechazo de parte de alguien que queríamos mucho. Al rechazarnos, el enemigo se encargó de que nos entrara ese virus al corazón y nos infectara la autoestima. Luego de eso, pensamos que somos indignos del amor de las personas y que siempre seremos rechazados.
Otros «paquetes» que utiliza el enemigo son los medios que permitimos entrar por nuestros ojos y oídos. Luego de escuchar y ver algo de impacto, el enemigo lo puede usar para cambiar el programa original. Después de un tiempo, sin darnos cuenta, hemos ido cambiando el archivo del programa original. Satanás es muy astuto en cómo introducir los virus en tu vida. No es escandaloso, sino todo lo contrario, lo hace sutilmente para que ni siquiera uno se de cuenta de lo que está sucediendo. Nunca se cansa de buscar nuevas formas de atacarnos y limitar nuestra eficiencia y triunfo.
Desde pequeños, el enemigo comenzó a introducirnos una serie de virus en el corazón para cambiar el programa original. No quiso que nos enterásemos que Dios nos había programado para el triunfo.
Podríamos hablar de sus virus de mentira, desilusión, traición, engaño, abandono, ofensa, tristeza, soledad, enojo, codicia, enfermedad, calumnia, amargura, duda, lástima propia, odio, preocupación y muchos más. Satanás es el autor de la destrucción. La Biblia dice que el sólo vino a matar, robar y destruir (Juan 10:10). No tiene ninguna otra agenda más que destruir tu disco duro, robarte las bendiciones que Dios preparó para ti antes de la fundación del mundo y matarte. Pero Dios nos dio un sentido de propósito, conquista y triunfo. Él ha escrito el antivirus poderoso que nos mantendrá el programa original. La Palabra de Dios declara: «Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él» (Proverbios 22:6).
Instruir a nuestros hijos en la Palabra de Dios es el perfecto antivirus que los protegerá de ser infectados por los virus que envía el adversario. Marcos Witt es un conocido ministro, salmista y fundador del Grupo CanZion, su propio sello musical. Además, es el autor de Enciende una luz y muchos otros libros.