Quiero alabarte con todo el corazón, quiero contar las maravillas que has hecho en mi vida a todos los hombres, Señor. Quiero que por mi conducta te alaben a Ti, que mis palabras glorifiquen tu nombre, que a través de mis acciones, el mundo vea tu Poder y vean la gran obra que hiciste en mi vida, Señor. Quiero cantar para ti, en tu presencia, quiero que cada uno de mis dones, esos que Tú me has dado, sirvan para alabarte, Señor. Que mi trabajo glorifique tu nombre y que a donde quiera que vaya, Tú estés conmigo.
Mis enemigos huyen delante de Ti, Señor. Con tu poder caen y mueren los malvados, porque Tú eres un Juez Justo y desde tu trono me haces justicia, Señor. Desde tu trono destruyes a los malvados, reprendes a los pecadores, acabas ciudades enteras y no dejas de ellas ni el recuerdo. Pues tu Señor eres rey por siempre, afirmas tu trono con poder y reinas con justicia y verdad, pero también proteges a los oprimidos y nos consuelas en los tiempos de angustia.
Ven hoy, Señor, y líbrame de los peligros de este mundo, haz que mi mente este siempre fija en el cielo, como el apóstol Pablo, que mi meta sea llegar a ti, Señor. Como quien va en una carrera y su mirada la tiene fija en la línea final, que así mi mente este siempre fija en agradarte y servirte Señor. De ti viene la liberación verdadera, las cosas del mundo esclavizan aparentando libertad; solo Tú, Señor, liberas al hombre de verdad, solo Tú lo salvas, proteges, cuidas, instruyes y alimentas. Todos los que te conocen, confían en ti, porque nunca abandonas a quienes te buscan. Quiero anunciar a todos los pueblos tus grandes obras. Que recuerdas a los afligidos y nunca te olvidas de sus lamentos, que castigas a quienes les hacen daño; que a todos nos alimentas, que ni de uno solo te olvidas, que aunque el mundo se olvide de nosotros, tu llevas nuestro nombre en la palma de tu mano y nos salvas del peligro del mundo en la vida eterna.
En su propia trampa caen las personas de este mundo, las que hacen el mal a otros, los que envidian, los que atacan desde las sombras a los demás, quienes no hacen la justicia de Dios, sus pies quedan atrapados en la red que ellos mismos tendieron. Dios de ha dado a conocer en Jesús y ha hecho justicia a las naciones. Los malvados y paganos, los que se olvidan de Dios, los que creen que Dios no los ve, serán trasladados al reino de la muerte, de donde no hay salida. Pero el necesitado no será olvidado para siempre, ni se perderá para siempre tampoco su esperanza.