Cuando tus raíces están firmes y sanas, no habrá viento que pueda arrancarte de tu bendición. Recibir el agua de la palabra de Dios permanentemente, te alimenta, te bendice, te da vigor para estar firme y tener fruto en todo tiempo.
En Audio:
En el Salmo 1:1-3 dice: “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores, ni cultiva la amistad de los blasfemos; sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!”.
Los árboles son un símbolo de nuestra vida y cuando llenamos nuestros pensamientos con las promesas de Dios, escuchando sus enseñanzas y recibiendo su sabiduría, somos como un árbol fuerte y sano, que cuando llega el momento de la madurez espiritual, los frutos no faltarán.
La palabra de Dios es el agua que nos alimenta desde las raíces para que podamos permanecer firmes y sólidos ante cualquier circunstancia. Los árboles fuertes y sanos son capaces de soportar grandes vientos, se puede doblar o pueden perder algunas hojas, pero no serán arrancados, siempre recuperan el vigor y vuelven a cumplir su función.
Cómo árboles también podemos dar sombra a otros cuando están pasando por algún desierto, podemos alimentar con nuestros frutos, y dar oxígeno, que es poder orar, ayudando espiritualmente a los demás.
Hagamos esta oración:
“Señor derrama sobre mi tu agua que alimenta mi espíritu, dame fortaleza en las raíces para poder estar firme en toda situación. Recibo ahora tu luz, que me llene y capacite para poder ser de apoyo y dar fruto en todo tiempo, te lo pido en el nombre de Jesús. Amén”