Por Mario Serrano
La sociedad en la que vivimos es víctima de opresión. En muchas naciones los pueblos levantan su voz unánimes, cansados de ser objeto del abuso y la corrupción. En un nivel más personal podemos nosotros también ser víctimas y estar bajo las garras de la opresión.
Este mal no comenzó en este siglo o en el anterior. Ya en la biblia encontramos registros que indican claramente la presencia de este mal afectando al pueblo de Dios.
Éxodo dice claramente… Después se levantó un nuevo rey en Egipto que no había conocido a José, el cual dijo a su pueblo: “He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es más numeroso y fuerte que nosotros. Procedamos astutamente con él para que no se multiplique; no suceda que, en caso de guerra, también se una a nuestros enemigos, luche contra nosotros y se vaya del país”.
Entonces les impusieron jefes de tributo laboral que los oprimieran con sus cargas… (Éxodo 1:8-11)
Faraón representa al enemigo de nuestras almas, satanás, que con sus maquinaciones siempre tratara de mantenerte oprimido. Oprimido por la enfermedad, los problemas económicos, el estrés a causa de los desafíos del diario vivir, situaciones familiares, adicciones al alcohol, drogas etc.
Cualquier tipo de opresión persigue al menos dos objetivos.
1. Frustrar el propósito de Dios en tu vida. A veces la opresión es tan grande que nos sofoca, solamente estamos pensando, lamentando y sufriendo, mientras perdemos de vista la visión general. Perdemos el enfoque distrayendo nuestra atención en los problemas y perdemos de vista el eterno plan y el propósito de Dios para nuestras vidas. En este tipo de procesos dejamos de ser luz a quienes nos rodean, posiblemente dejemos de hablar a otros de la grandeza de Dios, porque en nuestra mente solo está ocupada en sobrevivir y salir de la mala situación.
2- La opresión procura alejarnos de Dios o de lo contrario dificultar nuestra comunión con él.
Cuando faraón supo que el pueblo de Dios quiso ir al desierto a adorar a Dios, le impuso más carga. Es probable que cuando tomamos la decisión de buscar más a Dios, es decir orar, leer su palabra, participar con nuestros dones y talentos en la obra de Dios, el enemigo trate de oponerse a esto trayendo más opresión.
Su deseo es que tires la toalla, abandones la carrera y des un paso al costado.
En los capítulos posteriores de Exodo vemos que el pueblo de Dios clamo y Dios envió a un libertador. Hoy tu también puedes clamar y el Señor enviara su ángel para socorrerte.
La opresión toma poder en los oprimidos cuando estos se vuelven cómplices de la misma, otorgándole permisos, sometiéndose o simplemente no haciendo nada. Hoy debes levantarte, sacudir el polvo, y posicionarte en el lugar que Dios te ha dado. Ya no eres esclavo de nadie, ahora eres hijo de Dios. El señor te ha dado autoridad para someter debajo de tus pies a toda autoridad espiritual del mundo de las tinieblas. No te resignes, toma autoridad, revélate, lucha, pelea, enfrenta la opresión con el poder de Dios y las armas de justicia que El Señor te ha dado, sin duda vencerás,
Di conmigo:
con la autoridad que mi padre celestial me ha dado a través de Cristo, le hablo a la enfermedad y le ordeno que deje mi cuerpo ahora en el nombre de Jesús.
Le ordeno a la aflicción, al temor, al fracaso, a la crisis económica, al pecado, a las adicciones, a la infidelidad, a los problemas familiares, al odio , al rencor, el temor, los miedos, pánico, depresión, angustia, y todo mal espíritu que quiera afectar mi vida y familia. Que en este mismo momento se aparte de mí en el nombre de Jesús.
Declaro victoria y libertad total en toda área de mi vida amén y amén.